Hubo tiempo en la vida de Moisés en el que el título de este artículo tuvo verdadero sentido. Él atravesó tiempos de prueba en sus años más oscuros. Tiempos de prueba allá en el desierto de Sinaí, pero sin duda alguna, también tiempos en los que Moisés poseía una fe muy especial.
Había vivido durante cuarenta años rodeado de lujos y comodidades y ahora le tocaba atravesar por un lapso de semejante duración, pero rodeado de oscuridad e incertidumbres. Humanamente hablando, aquella era una carga difícil de soportar. Y aunque esto es cierto, él contaba con un secreto que le mantenía cada día en pie: «Se sostuvo como viendo al invisible.»
Dios está en medio de la vida de sus hijos y junto a ellos en la más despiadada soledad. Pero es en esas tinieblas donde realmente vemos «qué clase de persona es Dios» y experimentamos su más profundo amor y cuidado. Fue en esa circunstancia donde Moisés descubrió que aquel que le llamaba era digno de total confianza.
Frente a aquella zarza encendida escuchó el llamado imposible que no podía encararse sino por fe. Aunque quizá no del mejor agrado, Moisés fue completamente obediente. Más tarde esa misma fe en tiempos de oscuridad se manifestó frente a las playas del Mar Rojo, cuando en una situación de nuevo imposible y sin un camino aparente delante de él, Dios le manda avanzar. Por la fe, Moisés obedece y lleva a su pueblo para que cruce por en medio del mar. Por su fe el Todopoderoso extendió su mano y la tiniebla se convirtió en luz, la noche en amanecer y un mar en un camino hacia la salvación.
¡Otorguemos a nuestro Dios el Omnipotente la ocasión de responder a nuestra oración de fe! ¿Es la noche oscura? Dejemos que la luz de Cristo alumbre nuestras tinieblas y resplandezca como una verdadera aurora.
Esas mismas tinieblas se manifiestan en ocasiones en las vidas de nuestros hermanos que sufren persecución, así como en Raffi, una niña de Irak que perdió a su padre en una explosión orquestada por extremistas. Raffi nos hace partícipes precisamente de su fe en tiempos de tinieblas: «Cuando oigo a mis amigos hablar y decir: “Mi padre hizo esto conmigo, mi padre me trajo aquello…” le pregunto a Dios: “¿Por qué te llevaste a mi padre, por qué hiciste esto?”»
A pesar de todo, Rafif asiste a clases de discipulado en un Centro de Esperanza apoyado por Puertas Abiertas, allí su profesor Moshriq le muestra historias bíblicas sobre personas que se sacrificaron para salvar la vida de otros. Esta es una manera en la que Rafif puede fortalecer su fe y reflexionar acerca de la muerte de su padre, que fue asesinado cuando intentaba avisar a un autobús lleno de estudiantes cristianos para que no atravesasen por la zona en peligro.
A pesar de los tiempos de tinieblas, la fe de Rafif en su Salvador traerá muy pronto un esplendoroso amanecer. La fe de la Iglesia Perseguida abrirá un camino en medio del mar y encenderá una antorcha en medio de la oscuridad.
Se encenderá tal y como dice uno de los colaboradores de Puertas Abiertas en el país: «En medio de la oscuridad de este país lleno de persecución, los niños han encontrado esperanza: Jesús que vino a esta tierra y sigue estando con nosotros».