Reflexiones Nigeria | 20 noviembre 2021

«No teniendo nada, mas poseyéndolo todo.»

En el Día Universal del Niño, recordamos los testimonios de los niños que sufren persecución.

 

 

En el Día Universal del Niño, observamos los testimonios y vivencias de aquellos que forman parte de nuestra familia en la fe. Niños que sufren por la determinación de ellos y de sus familias en ser fieles al llamado del Evangelio. Niños que sufren injustamente a causa de la maldad de un mundo sin esperanza, los cuales no han abandonado su confianza en la buena voluntad de Dios para sus vidas.

La fe de todos ellos es semejante a la historia de un hombre de campo en cuya granja había sembrado un gran macizo de flores que rápidamente se extendieron y florecieron con fuerza. Sin embargo, pasó el verano y con las primeras heladas y el frío viento del invierno todas ellas empezaron a marchitarse y a perder su color y vitalidad.

El granjero detestaba mirar aquella zona de sus tierras pues le producía la desagradable sensación de haber fracasado en su intento de mejorar y traer belleza a su granja. A pesar de que casi se había desentendido de ellas y al pasar las semanas, llegando la primavera y las primeras brisas templadas del año, uno de sus trabajadores le advirtió que las flores habían empezado a rebrotar de una manera realmente abundante.

El dueño pudo constatar en muy poco tiempo que por cada flor que el invierno y el frío había destruido habían nacido a su alrededor al menos cincuenta nuevas de ellas repletas de fuerza y color.

Bajo esta circunstancia cabe preguntarnos: ¿Cuál es el motivo de esta multiplicación? ¿No fueron sino las condiciones adversas sufridas las que la posibilitaron?

Es cierto que cuando llega hasta nosotros el duro invierno a menudo podemos escuchar un terrible susurro en nuestros oídos que nos dice: «Este es tu fin», sin embargo, nunca deberíamos perder la confianza, porque de cierto llegará la esperada primavera que nos alentará con un mensaje muy diferente que reanimará de nuevo nuestra esperanza: «Por la muerte es que llegamos a la vida».

Así como con estas flores, sucede con la vida de millones de niños de la iglesia perseguida. Así como con estas flores sucede con la vida de Sele, un pequeño nigeriano de trece años cuyo padre fue asesinado a causa de su fe en Jesús cuando él solo tenía dos años. Lejos de perder la esperanza y el amor por Cristo, nuestro joven hermano se eleva por encima de las dificultades y con gran entusiasmo avanza en sus estudios persiguiendo el sueño que con tu ayuda le animamos a alcanzar: «Algún día, cuando sea mayor, me gustaría ser médico. Quiero salvar vidas y ayudar a la gente», nos dice.

No temamos al sufrimiento ni tampoco a las derrotas. No. Es cuando somos pisoteados, derribados o cortados en pedazos cuando en realidad llegamos a ser poderosos.

«Como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo.» 2ª Corintios 6: 9-10

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