El Hermano Andrés fue el sobrenombre que Anne van de Bijl adoptó para proteger su identidad durante su tiempo como contrabandista de Biblias a través del telón de acero. Nació el 11 de Mayo de 1928 en el pueblo de Sint Pancras, en la zona norte de los Países Bajos. Su etapa escolar se vio interrumpida en el sexto curso, debido a la invasión del ejército alemán en el año 1940, la cual continuó hasta su liberación en la primavera de 1945.

Poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial, el Hermano Andrés se alistó en el ejército holandés, y fue enviado a Indonesia, realizando allí los entrenamientos de comandos especiales. Sin embargo, su carrera militar se vio finalizada de forma prematura debido a un impacto de bala que destrozó su tobillo. Aquello le llevo a sufrir una crisis de fe. Mientras se recuperaba en un hospital católico comenzó a leer la Biblia. Una vez ya en su Holanda natal, decidió consagrar su vida a Cristo. Estaba dispuesto a seguir sus pasos, sin importar a dónde llevaran. Durante dos años estuvo estudiando para ser misionero en la Escuela de Evangelización Mundial para Cristo (WEC College) en Glasgow, Escocia. Un día, delante de un de mapa del mundo en la escuela, se dio cuenta de que una gran porción estaba del mapa estaba compuesta por países bajo un régimen comunista. A Andrés le resultó raro que en la escuela nunca hubieran recibido visita de misioneros que trabajaran en esos países. Eso desencadenó su curiosidad por viajar y ver más allá del Telón de Acero.

En 1955, el Hermano Andrés viajó con una delegación holandesa al Congreso Juvenil Mundial que se celebraba en Varsovia, Polonia.  Allí descubrió que el remanente de la iglesia que permanecía detrás del Telón de Acero necesitaba Biblias desesperadamente. El Hermano Andrés pudo repartir una maleta llena de libros cristianos, marcando así el inicio humilde del ministerio de Puertas Abiertas.

La autobiografía del Hermano Andrés, El Contrabandista de Dios, es un best-seller internacional con más de 10 millones de copias distribuidas en más de una treintena de idiomas. El libro detalla los peligrosos cruces de fronteras, la persecución del servicio secreto ruso y la valentía de su viaje, viviendo completamente para Cristo. Después de la publicación del libro, la persecución a nivel global se convirtió en la principal prioridad del hermano Andrés, realizando así viajes a zonas dónde los cristianos vivían bajo presión. Viajó varias veces a Vietnam y fue por primera vez a China en 1965, poco antes de la Revolución Cultural. Volvió a visitar Indonesia, dónde pidió perdón por los daños que la armada holandesa había causado en el país.

En 1975, el Hermano Andrés quiso conectar a gente que estaba interesada y comprometida con el apoyo directo a los cristianos de la China comunista. Muchos expertos habían declarado que era imposible trabajar en el país. Sin embargo, con la ayuda del equipo de Puertas Abiertas de Asia, el Hermano Andrés organizó la campaña “Ama a China” en Manila (Filipinas), la cual reunió a más de 400 líderes misioneros, la mayoría de los cuales había estado trabajando en China antes de que el régimen instaurado por el gobierno de Mao los expulsara del país.

Johan Companjen, el Presidente Fundador de Puertas Abiertas, dijo: “Cada vez que el Hermano Andrés oía la palabra ‘imposible’, reaccionaba. Tenía la visión de reunir a personas que de verdad tuvieran interés en trabajar en China. Nuestra organización cubrió la mayoría del coste. El Hermano Andrés desafió a los asistentes, declarando que ahora era el tiempo en el que Dios iba a obrar en China”. En un año, Mao Zedong murió y la mayoría de los asistentes de aquella conferencia comenzaron a trabajar en China. En 1981, Puertas Abiertas llevó a cabo la operación más ambiciosa que el ministerio había planeado jamás: introducir y distribuir un millón de Biblias en China en solo una noche. Las Biblias serían repartidas a más de 2000 cristianos que estaban esperando en una playa apartada en China.

El Hermano Andrés también viajó a África, donde visitó más de 20 países. En uno de sus primeros viajes al continente se dedicó a dar discursos en contra del apartheid (separación racial) en varias universidades de Sudáfrica. Un pastor de Johannesburgo, Deryck Stone, inició la primera campaña de recaudación de fondos para el trabajo realizado por el Hermano Andrés, a la cual llamo Open Doors (Puertas Abiertas), nombre que finalmente adquirió el ministerio a nivel global.

En 1977, el Hermano Andrés viajó a Uganda para alentar a la iglesia del país en un tiempo en el que el dictador Idi Amin estaba realizando una purga de “las amenazas del país”. Tras volver a casa, el Hermano Andrés se enteró de que su nombre estaba en la lista de personas que el dictador de Uganda quería ver detenidas y ejecutadas. “Aún conservo una copia de esa lista en algún lugar de mi oficina”, decía el Hermano Andrés cuando contaba la historia. Puertas Abiertas organizó el año siguiente la conferencia “Love Africa” (Ama a África) en Malawi. El evento reunió a representantes de más de 250 iglesias y líderes de organizaciones de unos 37 países subsaharianos. En la conferencia, el Hermano Andrés pudo compartir todo lo que había aprendido durante su ministerio en los países comunistas.

A finales de los años 60, el Hermano Andrés organizó su primer viaje a Cuba, visitando después diferentes países de Latinoamérica. En 2001 se reunió con los dirigentes del grupo rebelde colombiano “Autodefensas de Colombia” (AUC) con el objetivo de que dejaran las armas. En menos de un año unos 15.000 integrantes del AUC depusieron las armas a cambio de Biblias.

El Hermano Andrés, que no tenía miedo de enfrentarse a situaciones peligrosas, visitó durante los años 80 un Líbano destrozado por la guerra. Durante su estancia, animó y alentó a los cristianos a construir puentes de diálogo entre las distintas facciones implicadas en el conflicto. Armado con su Biblia, se dirigió a reunirse con el primer ministro y gran parte de los generales participantes en la guerra. Allí también tuvo la oportunidad de conocer al Ayatollah Mohammad Hussein Fadlallah, el que fue la inspiración espiritual para el grupo fundamentalista “Hezbollah”. Más tarde tuvo su primer contacto con Hamás (grupo terrorista extremista islámico) cuando en 1993 sus dirigentes fueron deportados por el estado israelí al sur del Líbano. Durante los años siguientes, el Hermano Andrés estableció contacto con diferentes grupos terroristas alegando que lo mejor que podía hacer para mejorar la situación de Israel y el mundo occidental era “llevar a sus enemigos a Cristo”. Estos hechos, ocurridos durante su estancia en Oriente Medio están recogidos en su libro Light Force (El Poder de la Luz), coescrito con Al Janssen, publicado en 2004 y traducido a más de nueve idiomas.

Además del Contrabandista de Dios, el hermano Andrés escribió otros quince libros, incluyendo The Calling (El Llamado) en el cual revela sus secretos para el ministerio. Su último gran lanzamiento, coescrito también con Al Janssen y publicado en Nueva York por Revell y por Hodder & Stoughton fue Secret Believers: What Happens When Muslims Believe in Chirst (Creyentes secretos: ¿Qué sucede cuando los musulmanes creen en Cristo?). Este libro está dividido en dos partes, siendo la primera una novela de no ficción situada en un país islámico cuyo nombre no se conoce. La segunda parte lanza un desafío a la Iglesia en Occidente.
 

En 1993, el hermano Andrés fue nombrado caballero por la reina Beatriz de los Países Bajos.  En 1997 se le concedió el Premio a la Libertad Religiosa de la Fraternidad Evangélica Mundial, reconociendo así su servicio de por vida a la iglesia perseguida y su pasión por la expansión del evangelio. El 22 de febrero de 2003 recibió el Premio Patrimonio de la Fidelidad de la Asociación Cristiana de Adultos Mayores, en California. Sin embargo, el Hermano Andrés dijo que de lo que estaba más orgulloso era de ser llamado “Hermano de Sangre” por la tribu de los indios apache durante los años 80. Como parte de una ceremonia se le concedió un nombre apache que significa “Aquel que rompe las líneas”.

Otro honor del que el hermano Andrés estaba orgulloso fue que a pesar de que el KGB (Servicio secreto soviético) tenía numerosa información sobre su trabajo, jamás fueron capaces de detener su obra.