Reflexiones Corea del Norte | 11 septiembre 2020

Corea del norte. La prisión del sufrimiento.

Nuestra hermana Hea Woo nos recuerda su dura travesía por unos de los campos de “reeducación” de Corea del Norte.

 

 

En la hermética nación de Corea del Norte, es difícil saber exactamente cuántas personas están encarceladas. Un informe de 2014 de la ONU estimó que había entre 80.000 y 120.000 prisioneros políticos en campos de trabajo en Corea del Norte, aunque podría haber hasta 200.000. Puertas Abiertas estima que entre ellos hay entre 50.000 y 70.000 cristianos encarcelados por atreverse a creer que Jesús es una autoridad superior al líder de la nación, Kim Jong-un.

Puede ser difícil imaginar un número tan grande de personas o imaginar cómo deben ser sus vidas, pero si atendemos a la Palabra de Dios en Hebreos 13:3, debemos ser conscientes del mandato que recibimos como hijos de Dios y hermanos de los que sufren persecución en las prisiones: "Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo."

Esta expresión nos debe valer para recordarnos a nosotros mismos que no estamos exentos del sufrimiento por el que otros seguidores de Cristo están atravesando en estos mismos momentos. Debe valer para producir una verdadera identificación con ellos acerca de nuestra propia vulnerabilidad y como consecuencia, devolver una respuesta práctica a su favor.

Actualmente conocemos las historias de los que han escapado, y estas nos ayudan a imaginar cómo es la vida de los miles de personas que están en prisión hoy en día, para poder estar con ellos en la oración.

En los campos de reeducación es donde se suele enviar a los prisioneros si no se les considera prisioneros políticos. Los prisioneros serán puestos a trabajar durante el día, y luego obligados a asistir a clases de "reeducación" por la noche, aprendiendo sobre la ideología y las enseñanzas de Kim Il-sung. El trabajo es agotador y puede ser peligroso. Si son enviados a trabajar en una mina, por ejemplo, puede que no sobrevivan. Pero los prisioneros aquí son sentenciados a un cierto número de años, y si sobreviven, se les permitirá salir, ya que han sido adecuadamente "reeducados". Nuestra hermana Hea Woo fue enviada a un campo como este. Ella todavía recuerda la cruel rutina diaria:

“Nos despertaban a las cinco de la mañana, a las cinco y media pasaban lista en los cuarteles. Nos alineábamos con nuestras cabezas inclinadas hasta que todos éramos contados. Luego había tiempo para lavarse. A las seis de la mañana, el desayuno. Hacíamos cola de nuevo y nos movíamos lentamente por los barracones donde se distribuía la comida. Esto siempre llevaba mucho tiempo. Solo conseguíamos una pequeña taza de arroz. Quizá dos o tres cucharadas".

“A las ocho marchábamos al exterior del campo donde teníamos que hacer el trabajo agrícola y hasta la hora de la comida no había descanso. Los prisioneros no tienen derecho a descansar".

“A las doce del mediodía regresábamos al campamento, almorzábamos y de nuevo, de regreso a los campos. Se nos daba la misma cantidad de comida que durante el desayuno y la cena".

“A las seis de la tarde volvíamos otra vez al campamento para la sesión de críticas. Teníamos que criticarnos a nosotros mismos y a los demás por las cosas que habíamos hecho mal ese día. Después de eso, la cena."

“A las ocho recibíamos un entrenamiento ideológico. La parte más difícil del día ya que estábamos hambrientos y muy cansados. Nuestros ojos se cerraban, pero teníamos que permanecer despiertos y prestar atención o seríamos castigados. Por último, a las 9:30 de la noche, había un nuevo conteo de los prisioneros y después, a la cama.”

"Cada día era como una tortura. La gente moría y sus cadáveres eran quemados. Los guardias esparcían las cenizas por el camino. Andábamos por ese camino todos los días y cada vez pensaba: un día los otros prisioneros caminarán sobre mí."

Afortunadamente, ese pensamiento no se hizo realidad, ya que finalmente pudo escapar de la prisión, y de Corea del Norte.

Gracias a Dios, nuestra hermana puedo salir de uno de esos campos. Pero hay muchos otros que no lo conseguirán y morirán allí donde se encuentran. ¿Cómo ser conocedores de esta situación y no identificarnos con los que están presos en esas condiciones? Acordémonos de ellos, identifiquémonos con su sufrimiento y actuemos a su favor.

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