Es como poseer las llaves de todas las prisiones para dar libertad a lo que está apresado. Lo que esto puede hacer por nosotros es lo mismo que hizo con hombres como Pedro, Pablo o Silas, sin importar cuan profundo sea nuestro calabozo.
Sinceramente, no creo que exista un prisionero más infeliz que el cristiano que ha caído en una cárcel de desesperación y preocupaciones. Un cristiano a quien Satanás haya tapado la boca para que deje de alabar a Dios.
A veces pensamos que no debemos dar gracias a Dios por aquellas cosas negativas que llegan hasta nosotros, esto es comprensible, pero ¿por qué no dar gracias por cómo Dios convierte nuestras desgracias en bendiciones? En realidad, las tribulaciones o desengaños por los que atravesamos son grandes bendiciones disfrazadas. ¿Cuánto de nosotros, que no tiene futuro en el Reino de Dios ha sido eliminado a través de las dificultades? Más de lo que nos gustaría reconocer. Demos gracias a Dios y alabémosle por ello.
George Metheson, un conocido predicador escocés, y además ciego, dijo en una ocasión: «Dios, nunca te he dado gracias por mi aguijón. Te he dado mil veces gracias por mis rosas, pero ni una sola vez por mis espinas… Enséñame el valor de mi aguijón, muéstrame que he subido a ti por el camino del dolor. Muéstrame que mis lágrimas han formado un arcoíris».
¡Que maravillosa manera de entender el sufrimiento!
Como cristianos en un mundo caído y enemigo de Dios, a veces nos toca sufrir las consecuencias de encontrarnos en medio de este.
Cuando todos los habitantes tuvieron que huir de Irbin, un suburbio de Damasco, en julio de 2012, cuando ISIS tomó el control de la zona, nuestro hermano Joseph Hakimeh tuvo que abandonarlo todo desesperadamente.
Joseph nos cuenta acerca de la dureza de su situación:
«Ese período fue muy duro, no sabíamos qué hacer ni adónde ir. Tenía una familia que cuidar. Estudié infraestructura eléctrica, pero no pude encontrar un buen trabajo. Pasamos momentos muy difíciles».
En cuanto fue posible su retorno, Joseph se apresuró a volver a casa con el corazón lleno de nostalgia por el lugar que tanto amó. Y aunque desafortunadamente lo encontró todo destruido, se propuso dar gracias a Dios por su situación y comenzar con un nuevo proyecto:
«Mi corazón estaba afligido. Sin embargo, decidí no rendirme y me prometí a mí mismo volver».
Y así fue. Desde que el área quedó bajo control gubernamental en 2018, la gente comenzó a regresar gradualmente. Joseph, ahora con 42 años, ha abierto hace poco un café-restaurante en la localidad. El primero en esa zona. Uno de los cinco proyectos que se ejecutaron en la zona con el apoyo de nuestro ministerio.
¿Tentado a permanecer en la cárcel de la desesperación? Alabemos a Dios aun cuando todo parezca derrumbarse a nuestro alrededor. No permitamos que nuestra boca se cierre a causa de la dureza del camino. Hagamos esto y la cárcel de angustia que amenaza con atraparnos se convertirá en una puerta hacia la manifestación de la bendición de Dios para nosotros.