Cuando su aldea de mayoría musulmana les obligó a elegir entre su fe o su hogar, Aisha decidió seguir a Cristo… pero su marido no.
En consecuencia, ahora ella es una cristiana desplazada en Asia Central y una madre soltera de cuatro niños pequeños que, lejos de vivir en la amargura o la queja, no ha dejado de alabar a Dios por su fidelidad.
«Dios fue fiel incluso cuando mi marido no lo fue. No me siento abandonada a pesar de que fui rechazada por mi marido y parientes. Puedo ver que mi Padre celestial me protege y provee todas nuestras necesidades»
Su historia es un claro reflejo actual de la promesa que hizo Jesús, recogida en Mateo 19:29, sobre que «cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna».
📩 Si quieres recibir historias como esta frecuentemente en tu email, suscríbete a nuestro envío de materiales multimedia.