Alertas de Oración Colombia | 25 abril 2023

De guerrillero a seguidor de Cristo

Esta es la historia de Miguel, un exguerrillero colombiano que cambió las armas por las alabanzas a su Dios.

 

 

El conflicto armado en Colombia ha causado varios estragos, entre ellos el desplazamiento forzado. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, más de 6 millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares, tierras, posesiones y costumbres, lo que convierte a Colombia en uno de los cinco países con mayor número de desplazados internos del mundo.

Esta es la historia de Miguel, de 69 años, quien dejó su ciudad natal hace muchos años y viajó 406 km en busca de nuevas oportunidades. Llegó a un departamento del este del país cuando sólo tenía 22 años y fue en ese lugar, al que ahora llama «hogar», donde construyó su casa y consiguió su primer trabajo. Comenzó a cultivar la tierra para mantener a su familia y en esa época conoció a un hombre que trabajaba como leñador.

Este le ofreció un trabajo, que a sus ojos parecía ser una gran oportunidad. Lo que no imaginaba era que además de recibir un salario, también recibiría y llevaría información constante sobre el Ejército de Liberación Nacional (ELN), del que su jefe era miembro.


Adoctrinamiento

Miguel comienza su relato diciendo: «... él comenzó a sembrar esto en mí, me decía que era mejor luchar por el sufrimiento que nos llegaba, y salir de la ignorancia, salir de la esclavitud, que la oligarquía iba a humillar al pueblo y que, por esos motivos, era mejor tomar las armas. Yo fui cediendo hasta que un día me presentó a otras personas en el trabajo y me comenzó a gustar todo eso, y siendo joven, finalmente cedí. Me uní al movimiento revolucionario». Cuatro años después de haber llegado al oriente del país, ingresó a las filas del ELN el 14 de febrero de 1979.

Miguel pasó cuatro años en la selva con la guerrilla, pero el nacimiento de su primera hija le hizo querer volver a casa: «No fue fácil para ellos dejarme ir, pero alguien que tiene buena reputación, puede salir y volver tranquilo. Les dije: “voy a continuar trabajando. Pero estaré con mi mujer y mi hija. Y no los ayudaré en la selva, sino en la base”». Miguel siguió trabajando para la guerrilla en la zona urbana durante otros ocho años.

Su decisión final de abandonar el grupo llegó tras un enfrentamiento en el que estuvo a punto de perder la vida: «Estaba allí cuando me di cuenta de que realmente podría morir y dejar a mi hija sin padre, fue entonces cuando comencé a decirles que quería irme».

Después de seis meses, me soltaron. Sin embargo, él tuvo que continuar su trabajo en la zona urbana adoctrinando a más personas con la ideología del ELN.


Lejos de casa nuevamente

Su vida era tranquila hasta que una persona de otro grupo dio información al ejército sobre él y las actividades que había realizado anteriormente, por lo que comenzaron a perseguirlo hasta el punto de que no pudo regresar a su casa, necesitando huir con su familia. Miguel regresó a su tierra natal y algunos meses después su hija enfermó. Como dijo el salmista: «Me hizo bien haber sido afligido, porque así pude aprender tus estatutos» (Salmos 119:71).

En medio del dolor, y sin saber muy bien cómo hacerlo, Miguel oró: «Señor, si eres un Dios sanador, sana a mi hija y te serviré». Al ver cómo Dios sanaba a su hija, Miguel quiso cumplir su promesa: «Había iglesias cristianas en mi comunidad, y allí también me hablaron del evangelio. Desde entonces mi mentalidad cambió».

Durante este proceso, Miguel comenzó a vivir una nueva guerra, pero esta vez fue en su propia casa. Su esposa estaba en contra del evangelio: «mi esposa se fue de la casa y yo me quedé como padre y madre de mis hijas, luchando por ellas», dice.

Desafortunadamente esa no sería la última vez que tendría que dejar todo y huir, pues los grupos armados se apoderaron del territorio nuevamente.

El cristiano afirma: «me iban a asesinar porque no quise pagar una extorsión por un pequeño terreno que tenía allí. Nuevamente, tuve que huir a un departamento al noreste del país. Estaba muy nervioso, tenía mucho miedo porque sé cómo son las personas de estos grupos, les tenía mucho miedo».

Buscando una forma de escapar, logró contactar a la familia de su exesposa y les dijo que quería regresar a la región. Después de que sus suegros enviaran dinero para él y sus hijas, pudo regresar a casa, no solo físicamente, sino también espiritualmente. «Estuve alejado del Evangelio, separado a causa de mi situación en casa. Pero cuando regresé, encontré la iglesia donde estoy, donde comenzaron a hablarme de Jesús nuevamente. Fue allí donde me reconcilié con Dios y me bauticé, y permanezco hasta el día de hoy».

Cuando regresó a su casa, Miguel se percató de que no tendría que huir de los grupos ilegales o del ejército, sino de todos aquellos que querían atentar contra su fe: «...en todos los pueblos de este departamento, un grupo, no del ELN, sino de las FARC, comenzó a asesinar a pastores y perseguir a la Iglesia, las cuales cerraron, y les prohibieron predicar el evangelio. Si encontraban a alguien predicando en las comunidades, lo asesinaban».

Cuando le preguntamos el motivo de estos ataques, él asegura: «porque nosotros hablábamos de Jesús y las personas que estaban con ellos se convertían al Evangelio. Personas que conozco hoy, que fueron miembros de esos grupos, como comandantes y que hoy, gracias al Evangelio, son pastores. Dicen que los evangélicos les quitamos gente y por eso nos persiguen».

Miguel cuenta que por este motivo solo podían reunirse en casas, sin poder llevar a cabo cultos de forma habitual. «No podíamos aplaudir, ni cantar alabanzas. Predicamos en voz baja para que no nos escucharan». Esta situación solo cambió con la llegada del ejército a la ciudad, que expulsó a los guerrilleros del lugar. Solo entonces se reabrieron las iglesias y se pudo cantar libremente.

Así es como Miguel pasó de comandante de un grupo criminal a compositor de canciones para Dios: «Ahora lo que hago es servir y cantarle al Señor, y evangelizar, porque amo llevar la palabra. Me he convertido y lo haré hasta que venga el Señor».

Miguel asegura que el apoyo que ha recibido de Puertas Abiertas en su formación a través de talleres y recursos bíblicos ha sido de gran importancia: «Aprendí mucho... me dieron cursos gratuitos, formación y Biblias. Aprendí a predicar junto con ellos y hoy predico la palabra de Dios por todo el país».

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ORA

Ora para que haya un cambio en Colombia, para que las personas puedan ver al Señor como su salvador.
Ora para que los miembros de grupos criminales conozcan a Jesús y se arrepientan de sus pecados.
Ora por Miguel y su familia y para que pueda continuar siendo un misionero, llevando la palabra de Dios y sus enseñanzas por todo el país.

UNA ORACIÓN POR MIGUEL Y SU FAMILIA

Señor, te doy gracias por la vida de Miguel y por cómo él encontró la verdad. Te pido que guardes a todos aquellos cristianos que, como él, enfrentan la opresión y la violencia. Dales determinación y valentía para mantenerse firmes, y permite que el mensaje del Evangelio siga alcanzando a muchos en Colombia. Amén.