Noticias 09 agosto 2023

Una vida salvada gracias a ti

La compasión de una cristiana apoyada por Puertas Abiertas ha impactado la vida de dos musulmanes y el futuro de su bebé que estuvo a punto de no nacer.

 

 

El año pasado te contamos la historia de Dhea*, una creyente que tuvo que abandonar su país de trasfondo musulmán. Esta hermana decidió entonces ofrecer su nueva casa como residencia temporal a personas de su país de origen (incluyendo musulmanes) que necesitan recibir tratamientos médicos especializados. Ahora, unas novedades sobre su misión presentan una poderosa historia sobre cómo ella obedeció a Dios para convencer a una mujer de que no abortara, y cómo Él usó esa situación para permitir que Dhea compartiera el Evangelio. 

Dhea es una profesional de la medicina y colaboradora de Puertas Abiertas a la que siempre le ha entusiasmado la idea de compartir el Evangelio con la gente de su país (no podemos decir de cuál se trata, ya que eso podría poner su vida en peligro). En él, la gran mayoría de la población es musulmana: menos del 1% son cristianos y todos ellos son creyentes clandestinos.    

Debido a su fe, Dhea tuvo que huir y aún no ha podido regresar a casa. Pero esto no le ha impedido compartir las buenas noticias con la gente de su país. Incluso en su nuevo hogar, ha podido abrir sus puertas y ofrecer ayuda médica. Y a veces, eso abre la puerta también para compartir el Evangelio, como puedes escuchar en su historia narrada o representada en este vídeo.  

Muchas mujeres embarazadas del país de origen de Dhea vienen al lugar donde ella vive ahora para dar a luz. La razón es que no disponen de instalaciones adecuadas para gestionar los embarazos donde viven, especialmente los más complicados. Esta hermana ha sido testigo del milagro del parto muchas veces, y su corazón se goza al verlo, pero un incidente reciente le ha marcado especialmente.  

Ayudar a quitar o a salvar una vida

Una mujer musulmana y su marido vinieron a ver a Dhea por motivos médicos: ella estaba embarazada de cuatro meses. Dhea supuso que venía a hacerse un chequeo o a inscribirse en el hospital local. Pero no estaba preparada para la conversación que mantuvo con esta pareja.  

La mujer le dijo a Dhea que ella y su marido tenían otro hijo, pero que como en su trabajo le habían ofrecido un ascenso, no podía tomarse vacaciones. En consecuencia, continuar con el embarazo complicaría esa mejora laboral tan necesaria. Por ello, la pareja decidió abortar.  

Dhea estaba impactada. Previamente ya había ayudado a muchas personas, tanto física como emocionalmente, pero ayudar en un aborto iba en contra de su fe. Como no quería participar, Dhea dijo a la pareja que no podía ayudarles. Pero la mujer empezó a llorar y le suplicó su ayuda.  

«Os llevaré al hospital, pero ya no puedo ayudaros con nada más», dijo Dhea con convicción.   

Cuando esta creyente les dejó en el hospital, la mujer le agarró de la mano e insistió en que la acompañara. Con mucha reticencia pero también con compasión, Dhea entró en el hospital con la pareja, y los tres se sentaron en el vestíbulo en silencio, esperando a que les llamaran a la consulta del médico.  

Dhea no sabía qué decir mientras estaban allí sentados. Se le partía el corazón al pensar en el niño que estaban a punto de quitarle, pero al mismo tiempo no quería inmiscuirse en la vida familiar y las decisiones de aquellos desconocidos.  

El marido de la mujer fue a buscar algo de comer y Dhea se quedó a solas con la mujer. De repente, sintió un fuerte impulso de decir algo; sabía que era Dios, que la estaba guiando para hablar. Dhea no era ajena a esta sensación, ya que Dios le había hablado así muchas otras veces.  

«Tu bebé tiene uñas... » comenzó a decir Dhea. Y la señora se giró: «¿Perdón?».  

«Tu bebé tiene pelo, tu bebé tiene dedos, tu bebé puede oír, tu bebé tiene corazón...», continuó Dhea, con el corazón acelerado al pronunciar cada palabra.  

La mujer rompió a llorar desconsoladamente. Entonces le confesó a Dhea que no quería abortar, pero que estaba intentando pensar de manera puramente práctica. La idea de tener otro bebé iba a causar muchos enfrentamientos en su matrimonio y en su lugar de trabajo. Dhea no dijo nada más, al no estar segura del efecto de sus palabras sobre la mujer. 

Al momento, les llamaron desde la consulta. Dhea siguió a la mujer hasta la habitación y entró el médico, preguntando el motivo de su presencia. «Vengo a hacerme un chequeo», le dijo la mujer.    

Dhea se quedó boquiabierta, ya que esperaba que la mujer le contara su decisión de abortar. El médico procedió a examinar a la mujer y, cuando terminó, la mujer y Dhea salieron.  

En ese momento, Dhea se quedó muda. Su corazón seguía acelerado, y fue a más cuando vio al marido caminando hacia ellas. Este preguntó a su mujer por el tratamiento del médico y ella le dijo que ya habían terminado por hoy. Dhea vio que el marido estaba un poco confuso, pero decidió seguir a su mujer y volvieron todos juntos a casa de Dhea, donde se alojaba la pareja.  

Esa noche, Dhea no pudo dormir. No podía dejar de pensar en la pareja. Esperaba oírlos discutir en la habitación de al lado, pero no oyó nada. Pensó que se había pasado de la raya al influenciar a la mujer en una decisión tan importante. Al fin y al cabo, pensaba que la pareja había decidido conjuntamente gastar el dinero de su pequeño presupuesto para venir al país a abortar. Pero ahora, Dhea había conseguido convencer a la mujer de hacer todo lo contrario.  

A la mañana siguiente, Dhea esperó impacientemente a la pareja en su comedor. Finalmente se sentaron y la mujer le dijo a Dhea: «Nos quedamos con el bebé». Entonces todos rompieron a llorar. 

La pareja reconoció a Dhea que estaban felices de que ella hubiera estado allí para aportar una perspectiva diferente en su decisión. Esta creyente se alegró de haber decidido ir al hospital en lugar de dejar a la pareja allí sola, y dio gracias a Dios por haberla guiado en aquel momento de compasión. 

Un nuevo futuro esperanzador

Pasó el tiempo y el bebé nació sano y salvo. La madre siguió en contacto con Dhea y la llamó para decirle que su hijo había nacido. Dhea derramó se emocionó muchísimo y, unos meses más tarde, los padres llevaron al bebé a conocer a Dhea. Más aún, incluso le preguntaron si podía orar por su hijo, ya que gracias a ella había tenido la oportunidad de ver el mundo.  

Dhea estaba más que encantada. Sabía que esto suponía una gran muestra de confianza, ya que pocos musulmanes de su país se plantearían siquiera dejar que un cristiano orara por ellos, y menos aún por su hijo. En el fondo de su corazón, Dhea cree que Dios tiene un gran plan para ese niño. Ella y los padres aún mantienen el contacto, y Dhea sigue recibiendo actualizaciones periódicas sobre la vida del niño.  

Esta hermana en un país musulmán está muy agradecida a los colaboradores de Puertas Abiertas que la apoyan continuamente en su ministerio. Sin las oraciones y los apoyos de los colaboradores de Puertas Abiertas, ella no podría ayudar a personas como esta mujer y su familia. Tu apoyo a Puertas Abiertas ayuda a llevar vida y esperanza a personas que sufren en todo el mundo. 
 

*Nombre cambiado por motivos de seguridad. 
 

91 €
Podrían ayudar a una familia cristiana aislada con dificultades económicas.
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ORA

Da gracias a Dios por la fe de Dhea y los recursos que le han permitido servir a personas de diferente trasfondo.
Ora por Dhea, para que siga teniendo valentía y sensibilidad con aquellos que recibe en su hogar.
Ora por cada de una de las personas que se hospedan en casa de Dhea, para que reciban el alimento físico y espiritual que necesitan.

UNA ORACIÓN POR DHEA
 

Señor, te doy las gracias por cómo te revelaste a Dhea en este momento tan importante y por la labor que tiene en su hogar. Te pido que le hagas llegar apoyo espiritual y económico para que pueda seguir transformando las vidas de más personas como esta pareja. Te pedimos por estas dos personas y por su hijo, para que mantengan la relación con Dhea y puedan entregarte sus vidas. Amén.