Medina* es una mujer cristiana de Afganistán.
Nació en una aldea pobre de una zona remota del país; recuerda que tenía que sobrevivir con pan seco. Pero, aunque su vida fue dura, pudo ir a la escuela y graduarse.
Su vida quedó marcada para siempre cuando su padre concertó su matrimonio con un hombre rico que también era un pariente cercano.
Tras casarse, Medina tuvo que abandonar su casa para vivir con su marido en casa de su suegro, como es costumbre en Afganistán.
Allí empezó a vivir con muchos retos y dificultades. A pesar de las duras circunstancias, Medina asegura que quería mucho a su marido.
Sin embargo, tal y como recuerda, él no siempre fue tan amable con ella. «Trabajaba en una oficina del gobierno y no le gustaba mi origen rural, es algo de lo que solía quejarse».
«Pasaron cuarenta días sin noticias de mi marido»
Dos años después de casarse, Medina dio a luz a su primera hija. Ella y su marido estaban encantados con el bebé.
Por aquella época, un viejo amigo del colegio entró en sus vidas. Medina no sabía cómo sentirse al respecto, hasta que vio cómo esta amistad estaba cambiando a su marido. «Al principio sentía rencor hacia el amigo de mi marido porque su atención se desviaba de mí y de nuestra hija», reconoce Medina. «Sin embargo, empezó a compartir con nosotros historias de Abraham y Moisés, y yo escuchaba con entusiasmo y amor».
Gracias al testimonio de este amigo, el marido de Medina aceptó a Cristo.
En el transcurso de los meses siguientes, empezó a compartir la Biblia con ella y finalmente también decidió seguir a Jesús.
«Abracé el cristianismo», celebra Medina. «Esta nueva fe trajo la felicidad a mi vida, y mi marido y yo por fin estuvimos en paz juntos».
A medida que crecía su fe, la pareja tomó la arriesgada decisión de compartir lo que habían aprendido y enseñar a otros creyentes de su país.
«Con el tiempo empezamos a discipular a varias personas: mi marido estaba con nueve afganos y yo con otros cuatro. A pesar de las dificultades, nuestro trabajo salió adelante y dio sus frutos»
En Afganistán, estos retos son muy reales. Desde hace años, este país de Asia del sur figura entre los diez primeros países de la Lista Mundial de la Persecución de Puertas Abiertas. Los conversos del islam pueden sufrir opresión, violencia e incluso la muerte si son descubiertos siguiendo a Jesús.
Medina y su marido eran felices enseñando a otras personas sobre Dios, y lo fueron aún más cuando ella descubrió que estaba embarazada de nuevo. Así, pronto dio a luz a su segundo hijo.
Pero entonces ocurrió algo extraño
«Dos personas vinieron a mi casa diciendo que trabajaban para mi marido», recuerda Medina. «Se marcharon sin dejarme ningún mensaje concreto. Yo estaba muy preocupada, pero mi marido me aseguró que no había nada de qué preocuparse».
Poco después de esta extraña visita, el marido de Medina desapareció y ella no volvió a verle jamás.
«Pasaron cuarenta días sin noticias, así que ya uno de nuestros líderes cristianos vino a consolarme y a animarme a que dejara de lamentarme y me alegrara de que mi marido estuviera ahora con Cristo», recuerda Medina. «Realmente encontré consuelo leyendo la Biblia y orando por mi marido y con nuestros hermanos creyentes afganos. No perdí la fe y continué firme en el camino de Jesús».
Medina reconoce las muchas dificultades a las que se enfrentan las mujeres en la nueva realidad desde que los talibanes recuperaron el poder en Afganistán en 2021. Las restricciones impiden a las mujeres viajar solas; toda su vida es un constante desafío. Pero las limitaciones no han impedido a Medina continuar la labor para la que asegura que Dios la ha llamado. Junto con otros hermanos afganos en la fe, asume muchos riesgos para llevar un mensaje de esperanza a los demás.
«Encontré consuelo leyendo la Biblia y orando con nuestros hermanos creyentes afganos»
«En nuestro grupo, nos esforzamos para encontrar la mejor manera de celebrar nuestras reuniones. A pesar de las dificultades, seguimos siendo felices porque tenemos a Jesús con nosotros, que sigue bendiciéndonos y fortaleciéndonos».
También está agradecida por la ayuda que recibe de todo el mundo.
«Quiero expresar mi gratitud a todos nuestros hermanos creyentes que nos han apoyado con materiales de estudio, alimentos y combustible», expresa Medina. «Que Dios os bendiga abundantemente».
Medina desea a sus hermanos en la fe de la Iglesia mundial y de la Iglesia afgana una vida buena y feliz en familia, y ora por ellos el Salmo 8, uno de sus pasajes favoritos de la Biblia:
1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos;
2 De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo.
3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste,
4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?
5 Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra.
6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies:
7 Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo,
8 Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar.
9 ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
A través de varios colaboradores locales, Puertas Abiertas trabaja para fortalecer a la Iglesia clandestina mediante la oración, el consuelo y los proyectos de subsistencia.
*Nombres ficticios e imágenes representativas utilizados por motivos de seguridad.