Mientras el pastor Bernabé nos enseña el campamento, señala las tiendas improvisadas que hay en todas direcciones. También se ven cientos de pequeñas chozas de madera donde la gente está apretada, buscando refugio del sol.
Miles de personas viven aquí, en un campamento improvisado para desplazados internos (PDI), en el estado de Benue, al norte de Nigeria. «Todos los que ves aquí somos cristianos», nos asegura. «Estamos aquí por las consecuencias de la violencia».
Habla con una voz firme y autoritaria. Se puede ver la compasión en su rostro con cada palabra, pero también hay algo más: una tensión que refleja la más que comprensible y justa indignación de ver cómo él y su familia de la iglesia local han terminado en un sitio tan inhumano como este.
Este lugar que hemos visitado con él se trata de uno de los muchos campamentos de desplazados internos que hay por todo África Subsahariana, donde 16,2 millones de cristianos han sido desplazados de sus hogares por la fuerza, muchos de ellos debido a la violencia general y otros tantos por seguir a Jesús.
«Las personas están perdiendo su esperanza en Dios debido a la situación en la que se encuentran»
Aunque cada año muchas personas se ven afectadas por estos ataques, esta crisis de desplazados a menudo pasa desapercibida para el resto del mundo. Es algo que el pastor Bernabé encuentra frustrante y desgarrador.
«Aquí en Nigeria, millones de cristianos han sido desplazados. En general, en toda África, millones de cristianos han sido desplazados. Pero a las noticias no les importa. Los políticos, los gobiernos, nadie habla de eso. Nadie habla sobre nosotros. Permanecemos en la oscuridad. Dime: ¿Cómo te haría sentir eso? ¿Ser olvidado, ser ignorado?».
El pastor Bernabé llega a su tienda y se inclina para enseñárnosla. A pesar de que él y su familia han vivido en el campamento durante casi cinco años, su hogar está hecho simplemente de los materiales que había disponibles. «No tenemos alojamiento, no tenemos casas para vivir», se lamenta. «Solo podemos arrancar hojas de palma y usar mosquiteros para construirnos una casa. Y así es como nos quedamos. Mis hijos y yo no tenemos privacidad».
Para una familia con cinco hijos, la tienda es demasiado pequeña. El pastor Bernabé nos lo demuestra haciendo un gesto a los cuatro lados: «De aquí a aquí son 1,5 metros. De aquí a aquí también son 1,5 metros. Es más pequeño que un colchón doble. No tengo cama.
Como mi tienda es demasiado pequeña, no puedo quedarme con todos mis hijos. Tres de ellos se quedan aquí conmigo y con mi esposa. El resto duermen con mi vecino. Cuando amanece, regresan y se quedan con nosotros».
Su papel es pastorear a los creyentes en el campamento. Durante el día, principalmente se quedan dentro las mujeres y los niños. «La mayoría de los hombres han salido en busca de trabajo para conseguir comida. Pero no será suficiente ni para un día». Muchos de estos cristianos han dejado atrás granjas, lugares donde podrían obtener alimentos para sus familias, pero correrían un peligro extremo si se aventuraran a ir allí.
Todos los días, el pastor Bernabé ve a los hombres en el campamento sopesar esta terrible elección. «Esta necesidad tan enorme por comer lleva a muchos de ellos a buscar alimentos fuera, aunque eso signifique enfrentarse a ataques de los extremistas. Pero no tienen otra opción, tienen que volver allí de nuevo, y son atacados de nuevo».
El campamento de desplazados internos es un poco más seguro que estar ahí fuera, pero las condiciones de vida son espantosas. «No es fácil vivir en un sitio como este. Es un lugar terrible para vivir. En el campamento, no tenemos una buena higiene, no tenemos agua, no tenemos baños, no tenemos un buen saneamiento. Está muriendo mucha gente. Solo la semana pasada perdimos a ocho personas aquí».
La gente no viviría en un campamento como este si tuviera otra opción. Solo viven aquí porque es peor hacerlo fuera, debido a la horrible persecución que los ha desplazado.
Cada año, miles de cristianos en Nigeria y en todo África Subsahariana son asesinados por su fe. La investigación de la Lista Mundial de la Persecución 2024 de Puertas Abiertas muestra que alrededor del 95 % de los creyentes asesinados el año pasado por su fe residían en África Subsahariana. Hay más cristianos asesinados por su fe en Nigeria que en todo el resto del mundo junto. Y eso no incluye el gran número de personas que son heridas, secuestradas, sufren violencia sexual o pierden sus hogares y sus medios de subsistencia básicos.
El pastor Bernabé puede empatizar fácilmente con las mujeres, hombres y niños desplazados que han sufrido esta violencia. Él ha pasado exactamente por la misma experiencia.
«Estaba en la granja con mi hermano, Everen, y su esposa, Friday», recuerda. «Estábamos caminando cuando oímos muchos disparos de armas y otros sonidos. No sabíamos qué estaba pasando. Vimos gente corriendo en diferentes direcciones. No sabíamos que los extremistas nos habían rodeado».
La comunidad estaba siendo atacada por terroristas fulani, un grupo de extremistas islámicos que son responsables de muchos de los ataques violentos en el norte y centro de Nigeria.
«Empezamos a preguntarnos qué estaba pasando y a pensar que debíamos correr. Algunos de los atacantes venían con pistolas, otros con machetes, otros con palos».
Tristemente, Everen y Friday no pudieron escapar a tiempo. Han pasado ya casi cinco años desde que perdió a su hermano y su cuñada, pero el dolor sigue siendo muy intenso para el pastor Bernabé. «Los extremistas dispararon a mi hermano, y la esposa de mi hermano también fue asesinada por ellos con una pistola y un machete».
El ataque continuó. El pastor Bernabé no pudo pararse a ayudar a su hermano y su cuñada, ni siquiera a recuperar sus cuerpos. «Seguí corriendo», recuerda. «Entonces los extremistas se dividieron y uno de ellos me siguió».
Este fulani intentó atacar al pastor Bernabé con un machete, pero accidentalmente se le cayó. «Me quitó mi palo y me golpeó en la mano con él, y me la rompió».
Años más tarde, Bernabé sigue afectado por estas lesiones. El ataque le causó daños a largo plazo y, si bien logró reunir suficiente dinero para pagar la cirugía inicial, no puede permitirse que le quiten el metal en la mano. Sin una segunda operación, no puede usar su mano correctamente. Ahora, esta herida es un recordatorio diario del horror que experimentó a manos de los fulani.
A pesar de todo, sabe que podría haber sido aún peor. La única razón por la que pudo salvarse de la muerte fue porque estaba corriendo en dirección a la policía. «Afortunadamente, estaba cerca de la carretera principal y había un puesto de control con agentes de policía. Los oficiales nos escucharon y comenzaron a disparar al aire. El terrorista no podía hacerme daño, se asustó y regresó corriendo, y así fue como me salvé».
A pesar de esta terrible experiencia, el pastor Bernabé está agradecido con Dios por haberle salvado la vida. «Si no fuera por la intervención de Dios, si no fuera por el amor de Dios, no estaría donde estoy hoy. Por ello, le entrego todo a Él; que se haga la voluntad de Dios en mi vida».
Ataques como este ocurren repetidamente en el norte y el centro de Nigeria y en otros países cercanos. A veces, los extremistas fulani son los autores de la masacre; en otros ataques, se trata de Boko Haram, el grupo del Estado Islámico (ISWAP), u otros grupos yihadistas. Su motivación es clara: destruir tantos cristianos y comunidades cristianas como sea posible, y establecer un califato (un estado islámico).
«Descubrimos que este ataque violento se debe a que somos cristianos», afirma el pastor Bernabé.
«Quieren convertirnos en musulmanes, como ellos». Normalmente, estos extremistas toman tierras y otros despojos; algunas víctimas de estos ataques no son creyentes, pero la investigación y los testimonios de primera mano demuestran que los cristianos están siendo particularmente atacados por su fe.
«La razón por la que sabemos que nos están atacando porque somos cristianos es porque, cuando vienen a atacarnos, nos llaman capari», explica el pastor Bernabé. «Significa que no tienes religión». Los extremistas no valoran sus vidas porque son considerados infieles.
Ahora vive con el impacto de este ataque todos los días, pero el pastor Bernabé quiere dejar claro que es un problema muchísimo más amplio que su caso particular. La mayoría de los cristianos en los campamentos de desplazados internos están allí porque han huido de este tipo de violencia, o de la amenaza de sufrirla. «En este campamento, muchas personas se han visto afectadas por la violencia, han resultado heridas, mueren o sus seres queridos han sido asesinados», denuncia. «Esto no solo afectó a mi familia, y no solo en este campamento de desplazados internos en particular en el que vivo, sino que hay millones de nigerianos que están siendo desplazados. Y no es solo en Nigeria. Estos terribles ataques se están expandiendo por toda África».
Cuando una comunidad cristiana es atacada por un grupo radical, los efectos son duraderos. Además de la terrible pérdida de vidas, el ataque elimina cualquier medio de obtener ingresos u oportunidades futuras para los hijos de los creyentes afectados. «Ahora he perdido todo lo que tenía. Todo en mi casa y en mi pueblo se quemó; me quedé sin nada», se lamenta el pastor Bernabé. «No puedo cuidar de mis hijos. No puedo alimentarlos. Ahora no puedo cuidar de mi familia. Mis hijos ahora ya no están en la escuela».
«Como padre, la Biblia dice que debemos criar a un hijo en el camino de Dios. Pero ahora, ¿qué ejemplo les daré a mis hijos cuando crezcan? ¿Dirán: ‘Mi padre no me ayudó y yo no tenía casa’? Antes estaban viviendo una vida bien encaminada, pero ahora, debido a esto, se están dejando influenciar por personas malas».
El pastor Bernabé también ve cómo el trauma de esta violencia y la desesperación continua que experimenta la familia de su iglesia desafían su fe. Muchos se unen a sus cultos en el campamento de desplazados internos, alabando a Dios frente a esta persecución, pero muchos otros también se preguntan por qué les está sucediendo esto.
«La gente pregunta: ‘Si nuestro Dios está vivo, ¿por qué nos permitiría pasar por este tipo de problema en los que estamos? ¿Por qué no vemos la intervención de Dios?’. Sus corazones se han desanimado, y eso los hace plantearse este tipo de preguntas. Pero las personas están perdiendo su esperanza en Dios debido a la situación en la que se encuentran».
También ve lo difícil que es permanecer fiel a Dios cuando no sabes de dónde vendrá tu próxima comida, o cuando estás viendo sufrir a tus hijos. Incluso ha visto a algunas de las mujeres cristianas en el campamento de desplazados internos recurrir a la prostitución para obtener dinero para alimentar a sus familias.
Una de las tácticas más usadas por los perseguidores es deshonrar a los cristianos que cuestionan su fe: en Nigeria, esto a menudo significa privar a los hombres de su papel tradicional como proveedores y agredir sexualmente a las mujeres, dejándolas avergonzadas o dañadas frente a su comunidad. Sea cual sea la táctica, el resultado es el mismo: la luz de la iglesia disminuye.
El pastor Bernabé está desesperado por ayudar a los creyentes en su campamento. «No tengo nada que darles. Solo podemos orar y compartir la palabra de Dios juntos. Como pastor, debo cuidar de mis ovejas. Entonces, yo como pastor...» dice, dejando la frase a medias. «Me siento muy, muy mal».
La persecución sigue siendo un peligro real para todos los cristianos en esta región. Incluso los campamentos de desplazados internos no tienen la seguridad adecuada, y los creyentes tienen miedo y son vulnerables a todo tipo de violencia, como la violencia sexual.
A pesar de todo lo que ha experimentado, el pastor Bernabé sabe que puede estar seguro de la fidelidad de Dios. «Dios ha estado ayudándome y Él es el que me ha estado sosteniendo y me ha mantenido hasta hoy. Esa es la razón por la que todavía me aferro fuertemente a Él».
«No perderé mi confianza en Dios. Y siempre los animaré a que, sin importar cuál sea la situación, sigan creyendo en Dios, ya que un día volveremos a nuestros hogares ancestrales».
«Lo que quiero decir es que, independientemente de lo que nos haya sucedido, debemos creer que Dios todavía existe. Cada cosa tiene su tiempo. No importa cuánto tiempo hayamos estado en este campamento, llegará un día en que Dios nos llevará de regreso a nuestros hogares ancestrales. Hace más de cuatro años que estamos en este lugar. Vine aquí sin nada, pero Dios está usando individuos y grupos para cuidarme».
Gracias a tu apoyo, los colaboradores locales de Puertas Abiertas han podido proporcionar paquetes de alimentos de emergencia a los desplazados internos en el campamento del pastor Bernabé. «Si tienes hambre, perderás tu confianza en Dios; si estás enfermo, si no eres fuerte, puedes perder tu confianza en Dios».
Este suministro vital de alimentos no es solo para satisfacer las necesidades físicas de las personas, sino que también puede ayudarlas a perseverar espiritualmente, dándoles la confianza de que Dios no les ha abandonado cuando usa a los colaboradores locales de Puertas Abiertas como sus manos y pies.
Actualmente, planeamos proporcionarles formación en habilidades variadas y atención postraumática, para apoyar la resiliencia a largo plazo y la autosuficiencia. Los colaboradores locales de Puertas Abiertas también pudieron ayudar con las facturas médicas urgentes de Ifa y con el pago de la operación del pastor Bernabé.
Este pastor nigeriano desea agradecer a todos los que le han ayudado a través de Puertas Abiertas, personas como tú, que hacen esto posible a través de sus oraciones y apoyos. «Hermanos, habéis sido un gran apoyo para poder alimentarnos en este campamento», agradece. «Hemos sentido que nos moríamos de hambre, pero nos habéis ayudado y estamos muy agradecidos. Hace poco nos proporcionaste maíz, arroz, frijoles y otras cosas».
«Debemos creer que Dios todavía existe. No importa cuánto tiempo hayamos estado en este campamento. Vine aquí sin nada, pero Dios está usando a individuos y grupos para cuidarme. Gracias por vuestro ministerio»
«Quiero aprovechar esta oportunidad para daros las gracias por vuestro ministerio. Ha sido una gran ayuda para nosotros. Si no fuera por este apoyo, no creo que fuera fácil para nosotros seguir con vida. Pero con vuestra ayuda, seguimos adelante. Os habéis preocupado por nosotros como hermanos, como madres, como padres.
Estoy muy agradecido por vosotros. Mi oración es que el Dios Todopoderoso se acuerde de vuestras vidas como vosotros os acordasteis de nosotros. Que el Dios Todopoderoso os fortalezca de la misma forma que nos fortaleció a través de vosotros.
«Estamos agradecidos como familia. Como individuo, también estoy agradecido. En nombre de todos los campamentos de desplazados internos y especialmente de este donde estoy, estamos agradecidos por vuestro apoyo. Gracias, gracias, Dios os bendiga».
Todavía hay mucho peligro y persecución en la región, y los creyentes a quienes el Pastor Bernabé cuida anhelan poder vivir con plena seguridad, protección y recursos. Quieren volver a casa. Quieren que cese la violencia. Y quieren superar sus traumas y heridas.
Cuando le preguntamos al pastor Bernabé que cómo ora por esta situación, esta fue su respuesta: «Mi oración es que el Dios Todopoderoso intervenga en este caso. Él debe pelear esta batalla por nosotros, porque la batalla no es nuestra, es suya. Entonces, nuestros ojos y nuestra esperanza están en Él. Él es el único que puede ayudarnos. Sin Él, nadie puede ayudarnos.
La Biblia dice ‘lucharé la batalla por ti y te daré descanso’. Si el Dios Todopoderoso pelea la batalla por nosotros, creo que llegará un día en que estaremos en paz. Viviremos una buena vida. Incluso aquellas cosas que perdimos, Dios las restaurará. Lo hizo con otras personas antes, lo hizo con Job.
Creo que no seremos una excepción. Eso es lo que le digo a los cristianos en el campamento de desplazados internos, que creo que Dios vive en lo alto y vive para siempre en el nombre de Jesús. Estoy orando para que Dios nos ayude a todos a seguir teniendo confianza y esperanza de que va a estar con nosotros. Esa es mi oración».
El pastor Bernabé sabe lo fundamentales que son el apoyo y las oraciones de su familia de la Iglesia en todo el mundo. «Si hay alguna forma en la que puedas ayudarnos a los cristianos en el campamento de desplazados internos, por favor hazlo y que Dios te bendiga», nos pide. «Únete a nosotros en oración para que Dios sea nuestro defensor, que preserve nuestras vidas, que nos sostenga y nos proteja».