Ari Hartono*, colaborador local de Puertas Abiertas en la región, nos indica que este crimen constituye un nuevo shock para los creyentes de Sulawesi Central, que aún se estaban recuperando del trauma de los asesinatos en noviembre: «Los habitantes de Sulawesi Central siguen traumatizados por el ataque terrorista de Sigi del pasado noviembre y aún no se han recuperado. Ellos necesitan que estemos orando por ellos.»
«No estamos seguros de que el ataque tenga una motivación religiosa, aunque las víctimas sean creyentes. Podría ser un acto de mera supervivencia. Tras el incidente de Sigi, los terroristas de Sulawesi Central se han visto cada vez más presionados por la policía y el ejército. Su logística está agotada. La única forma de sobrevivir es robar a la gente los alimentos. En esta zona, hay muchos agricultores que viven en el bosque, lejos del pueblo, y ellos fueron el objetivo de los terroristas.»
El incidente tuvo lugar alrededor de las 7:30 de la mañana. Didik Supranoto, miembro de la policía regional de Sulawesi Central, ha declarado a los medios de comunicación locales que un testigo se dirigía a su campo cuando vio acercarse a cinco personas. Según dicho testigo, reconoció a uno de los desconocidos como miembro de los Muyahidines de Indonesia Oriental (MIT) por las pancartas de miembros del grupo terrorista en espacios públicos. Según Supranoto, «este testigo salió corriendo para avisar a la gente de su pueblo. De camino a casa, se encontró con sus dos amigos y les dijo que huyeran, pero ellos se negaron, pensando que esas personas debían ser soldados y no los terroristas. Más tarde, ambos fueron encontrados muertos.»
En un primer momento, se informó de que dos personas habían sido asesinadas, pero después de que las autoridades peinaran los alrededores de la zona donde se encontraron las dos primeras víctimas, encontraron otros dos creyentes asesinados.
Los colaboradores locales de Puertas Abiertas están ahora tratando de llegar a las iglesias y a las familias de las víctimas. Mientras tanto, el hermano Ari nos pide que sigamos orando.