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No hace mucho tiempo, Burkina Faso era conocido como un faro de armonía interreligiosa, pero esto está ahora en peligro, ya que los extremistas islámicos se aprovechan de la inestabilidad política y libran una guerra que está dejando a los cristianos del país ante una «amenaza existencial».
Burkina Faso se ha enfrentado a su segundo golpe de Estado este año, después de que militares rivales derrocaran al presidente militar Paul-Henri Damiba. El golpe se produce tras la espiral de militancia islámica que está teniendo un impacto devastador
en la población cristiana del país.
El 30 de septiembre, los habitantes de la capital, Uagadugú, se despertaron con disparos cerca del principal campamento militar y se escuchó una explosión cerca del palacio presidencial. Se bloquearon varias carreteras principales y se cortó la televisión
estatal.El dom
ingo, el presidente Paul-Henri Damiba dimitió para evitar más violencia. Esta fue aceptada por el capitán Ibrahim Traoré, el nuevo líder militar autodeclarado, que aceptó varias condiciones. Entre ellas, el cumplimiento de la promesa de Damiba a la
Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) y a la Unión Africana de que el orden constitucional volverá al país a finales de 2024.
«No hay lugar para los cristianos en el soñado Califato».
Es el noveno golpe de Estado desde que Burkina Faso se independizó de Francia en 1960 y el segundo de este año. En enero, el propio Paul-Henri Damiba destituyó a Roch Kaboré como presidente, debido a lo que consideraba un fracaso a la hora de abordar
el extremismo islámico en el país, la misma razón aducida para la destitución del presidente Damiba este fin de semana.
«Los militantes islamistas están llevando a cabo una insurgencia para establecer un califato, un Estado islámico regido por la ley islámica o sharía. Por tanto, los no musulmanes son su principal objetivo», explica Illia Djadi, analista de Puertas Abiertas
para el África subsahariana, quien afirma que los cristianos del país se enfrentan a una «amenaza existencial». «Cuando hay caos y desorden, florecen y fomentan sus objetivos. Y eso es lo que está ocurriendo ahora con los actuales disturbios».
«La crisis actual ha creado una catástrofe humanitaria», continúa. La ONU ha señalado que Burkina Faso sufre una grave crisis de hambre, con más de 630 000 personas al borde de la inanición, una situación agravada por los bloqueos de grupos militantes
que impiden la distribución de ayuda.
Burkina Faso ha intentado la transición a la democracia tras años de agitación política y dictadura militar, después de un golpe militar en 2015. Los cristianos han contribuido enormemente a la estabilización y a la independencia del país, pero también han sido objetivo de los yihadistas, cuya influencia crece en la región del Gran Sahel, de la que forma parte Burkina Faso.
«Los militantes controlan ahora el 40% del país», continúa Illia. «En el norte de Burkina, no hay presencia cristiana, con la mayoría de las iglesias de la región destruidas o cerradas, y sus miembros obligados a huir. Un escenario similar se está produciendo ahora en el este. Los cristianos representan casi una cuarta parte de la población, y están siendo lentamente desarraigados a medida que el islam radical intenta tomar el control».
«No hay lugar para los cristianos en el soñado Califato de los militantes. Los cristianos están profundamente preocupados, y nosotros también deberíamos estarlo. Una toma de posesión islamista es una noticia terrible para toda África y más allá».
Recibe las últimas noticias en tu móvil. Suscríbete a nuestro canal de Telegram.Señor, te doy las gracias por el pueblo que tienes en Burkina Faso. Te ruego que continúes guardándolos del mal, que su fe no falte en los momentos difíciles y que tú seas levantado a través de ellos. Atrae también a otros a ti. Amén.
