De una población de casi 31 millones, solo hay unos pocos miles de cristianos en Yemen.
Los cristianos yemeníes son mayoritariamente conversos provenientes del islam que deben vivir su fe en secreto porque la conversión del islam al cristianismo está prohibida en el islam y en la ley yemení. Los convertidos cristianos son presionados por el Gobierno y por sus comunidades a retractarse de su fe en Jesús. Pueden ser arrestados o interrogados por su fe, y sufren amenazas de la familia y de los extremistas islámicos que amenazan a los apóstatas con matarlos. La cultura yemení es extremadamente tribal, y el castigo tribal por denunciar el islam suele ser la muerte o el exilio. Tanto las mujeres como los hombres conversos al cristianismo que están casados con musulmanes corren el riesgo de sufrir divorcio –pudiendo perder la custodia de sus hijos. Yemen es el hogar de una de las mayores crisis humanitarias del mundo, y todos los yemeníes sufren –pero los cristianos son aún más vulnerables, porque la ayuda urgente suele distribuirse a través de líderes musulmanes locales y mezquitas locales. Estos grupos han sido acusados de discriminación contra todo aquel que no es considerado como un musulmán devoto.
La persecución contra los cristianos en Yemen ha seguido siendo extrema durante años, y ha subido dos puestos en la Lista Mundial de la Persecución 2022 respecto de la lista del año anterior. La presión sobre los convertidos del islam está en el más alto nivel en cada esfera de la vida. Los cristianos en Yemen siguen sufriendo abuso físico y mental, acoso sexual y violación, así como matrimonios forzosos y expulsión por razones relacionadas con la fe. Y a eso se añade la presencia de grupos extremistas islámicos –y la continua desestabilización causada por la pandemia del COVID-19 y por la guerra civil –que ha hecho de la vida diaria una lucha para la mayoría de los cristianos yemeníes.
«Los creyentes son una bendición; hablan de cómo lidiar con la pandemia en un espíritu de esperanza y de ánimo y oración».
Shoki, cristiano yemení
La vida es peligrosa para todos los cristianos en Yemen. Pero los creyentes de algunas zonas corren un riesgo particular, como los que viven en el sur, donde la presencia de al-Qaeda es muy fuerte. Los convertidos del islam al cristianismo han indicado también que hay más presión en las zonas controladas por los musulmanes chiíes (que son las del oeste) que en aquellas gobernadas por los sunníes. Las zonas chiíes –que abarcan aproximadamente un tercio del territorio yemení– están muy vigiladas: cualquier opinión contraria es reprimida con rigor y, muy probablemente, conducida a prisión, tortura y aún algo peor que eso.
Yemen es una sociedad de fuerte carácter patriarcal en la que las mujeres gozan de pocos derechos. Dentro de este contexto islámico patriarcal, convertirse al cristianismo como mujer es considerado como una vergüenza para toda la familia. En un escenario típico, la mujer conversa perderá su teléfono y otros medios de comunicación. Luego, puede ser aislada en el hogar (bajo arresto domiciliario), abusada mental y físicamente, violada e incluso asesinada para “restaurar el honor” de la tribu o familia. Los matrimonios forzosos con un musulmán estricto es la solución más común para realinear a la joven con su antigua religión. La legislación yemení no aborda adecuadamente el matrimonio con menores, la violencia doméstica o la violación marital. A eso se añade que las mujeres tienen pocos derechos en los juzgados, y aquellas cuyos maridos se divorcian de ellas por su fe cristiana pueden también perder la custodia de los hijos.
La presión más común para los convertidos varones yemeníes viene de la familia y la comunidad. Los conversos al cristianismo corren el riesgo mayor de perder su trabajo, ser golpeados y encarcelados por las autoridades locales. Y si son encarcelados, asesinados o pierden sus trabajos, sus familias experimentarán dificultades financieras importantes y llegarán a ser vulnerables a la explotación. Los hombres encarcelados o sin empleo pueden también lidiar psicológicamente debido a la pérdida de estatus en la comunidad y al riesgo de ostracismo.
Naser es un cristiano yemení que comparte el siguiente mensaje:
«Nosotros, los creyentes, tenemos esperanza que nos ayuda con la certeza de que mañana será mejor y de que, por la voluntad de Dios, soportaremos todo esto y todas las ansiedades y miedos que nos rodean».
Naser
Puertas Abiertas apoya al Cuerpo de Cristo alrededor de la Península Arábiga mediante oración, distribución de recursos bíblicos y la formación de creyentes y pastores. Para proteger a la gente implicada, nos reservamos la información detallada sobre estos programas.
Padre celestial, oramos por nuestros hermanos en Yemen, que viven secretamente para Ti en uno de los países más peligrosos de la Tierra. Pedimos Tu protección sobre ellos, pedimos un derramamiento de Tu amor y por la esperanza que solo Tú puedes dar. Oramos por paz en Yemen, para que los líderes de los distintos grupos busquen la reconciliación y puedan sentir poderosamente Tu amor. Pedimos por los líderes de la iglesia clandestina y por todos los esfuerzos alrededor de la Península Arábiga realizados para fortalecer a la iglesia clandestina. Pedimos estas cosas en el nombre de Jesús. Amén.
Extremo