Hay alrededor de 381 000 cristianos en Catar, alrededor del 14% de una población de 2,73 millones. Muchos de estos creyentes son trabajadores migrantes.
En Catar, los cristianos son trabajadores de países no musulmanes o personas de origen musulmán, y ambos grupos rara vez interactúan. Hay muchos trabajadores inmigrantes en Catar a los que se les permite practicar la fe cristiana, siempre y cuando se sometan a las normas del país. Existe un complejo religioso oficial en las afueras de la capital, Doha, donde se permite reunirse a un número selecto de iglesias. Los ciudadanos cataríes no pueden entrar y los cristianos inmigrantes no deben evangelizar a los musulmanes, de lo contrario, podrían ser detenidos o deportados.
Tanto los cataríes como los inmigrantes de familias musulmanas que profesan la fe cristiana no pueden practicarla abiertamente.
Los cristianos pueden sufrir discriminación, acoso y vigilancia policial. Cambiar de fe desde el islam no está reconocido oficialmente, lo que puede causar problemas legales en torno al matrimonio y la propiedad.
Catar utiliza cada vez más tecnología avanzada para vigilar tanto a los ciudadanos como a los inmigrantes. Esto ha hecho que los cristianos de Catar sean cada vez más cuidadosos con sus actividades. Hay pocos informes de cristianos que hayan sufrido daños físicos por su fe, ya que los creyentes de trasfondo musulmán la mantienen en secreto.
Poco ha cambiado para los cristianos en Catar, y la presión sobre los creyentes de origen musulmán sigue siendo alta. Los cristianos siguen sufriendo restricciones y persecución por parte del Gobierno, la sociedad y sus propias familias.
«Sentí que Jesús estaba a mi lado, aunque no podía verle. Fue la sensación más extraña e impresionante que he experimentado. Había paz. Sabía que no estaba sola»
Nadia
Los creyentes cataríes y otros de trasfondo musulmán son los más expuestos a ella. Los trabajadores migrantes cristianos corren peligro si se les ve compartiendo su fe con la población local.
Las mujeres cataríes tienen una libertad limitada. Si se descubre que se han convertido al cristianismo, sus familias pueden limitar su libertad para viajar, restringirles la ayuda económica, negarles el acceso a Internet, teléfono y libros; y mantenerlas bajo arresto domiciliario. La presión es fácil de ejercer porque las autoridades no pueden intervenir en lo que ocurre en el ámbito familiar. Siempre existe el riesgo de violencia sexual o, en los casos más extremos, de los llamados «crímenes de honor». Por eso, la mayoría de las mujeres que encuentran la fe la mantienen en secreto.
La ley señala que una mujer nacida en una familia musulmana siempre será musulmana, por lo que legalmente no puede casarse con un hombre cristiano. Si una niña o una mujer se interesa por el cristianismo, puede ser obligada a casarse con un religioso del que se espera que la humille para hacerla volver al islam. Esta persona puede restringir su libertad de por vida.
Los malos tratos a los trabajadores migrantes de Catar, incluidos los abusos sexuales a empleadas domésticas, entre ellas mujeres cristianas, se han convertido en un asunto de gran repercusión.
Un catarí que se convierte al cristianismo pone en peligro a su familia. Puede perder su empleo, lo que afectaría a los ingresos familiares. Su esposa musulmana puede solicitar legalmente el divorcio y quedarse con la custodia de sus hijos. También se verá sometido al escrutinio de su familia y su comunidad.
Los líderes religiosos cristianos son estrechamente vigilados por las autoridades y deben informar detalladamente de las actividades de sus iglesias.
«Los riesgos son muy reales, no sólo para el individuo, sino también para su familia, que se siente avergonzada por asociación. Es muy difícil encontrar una iglesia y otros creyentes. Hay mucho miedo y desconfianza. Puedes estar hablando con alguien que no es creyente, sino que solo finge serlo»
Nadia, Península Arábiga
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Padre Dios, damos gracias porque las autoridades cataríes muestran cierta tolerancia hacia los cristianos. Oramos para que permitan a los suyos elegir sus propias creencias y practicarlas pacíficamente. Fortalece la fe de tus seguidores en las familias musulmanas, especialmente en quienes se sienten aislados. Oramos también por un trato justo y justicia para los trabajadores migrantes explotados. Amén.