“Gracias a Dios, ningún cristiano ha muerto en el atentado”. Son las palabras del hermano Sam*, coordinador del trabajo de Puertas Abiertas en el Sudeste Asiático. “Sin embargo, algunos creyentes han resultado gravemente heridos; además, todos los presentes han quedado traumatizados. Sus vidas nunca serán igual. Pedimos a la iglesia en el mundo que ore por sus hermanos y hermanos de Makassar”.
El pasado Domingo de Ramos, a las 10:28 de la mañana, los feligreses se dirigían a sus casas tras la celebración cuando se produjo la explosión. La policía dice que sospechan de dos hombres que iban en moto. Un sacerdote de la iglesia ha indicado a los medios locales que uno de los terroristas trató de entrar en la iglesia, pero fue detenido por un guardia. Según un informe de Channel News Asia, entre los heridos hay cinco miembros del personal de la iglesia y cuatro fieles.
La policía aún no ha atribuido el ataque a ningún grupo, y ningún grupo ha reivindicado aún la autoría de los atentados. Indonesia no es ajena a los ataques terroristas. Hace apenas cuatro meses, cuatro cristianos fueron asesinados en Sigi por extremistas islámicos. En 2018, la policía culpó a grupos relacionados con el ISIS de un ataque suicida en una iglesia en Surabaya, en el cual mataron a 30 personas.
"En Indonesia, la situación de los cristianos se ha deteriorado en los últimos años, ya que la sociedad indonesia está adquiriendo un carácter islámico más conservador", dice el hermano Sam. "Los cristianos que han crecido en un hogar musulmán suelen sufrir la persecución de sus familias. Al mismo tiempo, los militantes islámicos llevan a cabo ataques de vez en cuando. Muchos comparten la ideología o incluso están afiliados a movimientos terroristas globales como el Estado Islámico y Al-Qaeda”.