La adolescente nigeriana Leah Sharibu está viva, dice un pastor nigeriano que ha estado apoyando a la familia desde su secuestro hace casi cuatro años.
«Por tres fuentes puedo confirmar que Leah sigue viva», dijo el reverendo Gideon Para-Mallam a Puertas Abiertas. «No puedo entrar en demasiados detalles, pero una de mis fuentes que fue liberada recientemente del cautiverio de Boko Haram, confirmó que Leah seguía viva. Ella pudo verla».
Para-Mallam añadió que Alice Ngaddah, una enfermera de UNICEF que fue secuestrada por Boko Haram nueve días después de que el grupo militante se llevara a Leah, también está viva, al igual que otras mujeres que se sabe que están retenidas por el grupo.
Leah, que entonces tenía 15 años, fue sacada de su escuela en el estado de Yobe por militantes de Boko Haram en 2018 y, a diferencia de sus compañeros, no se le permitió regresar a casa, al parecer porque se negó a renunciar de su fe cristiana.
Desde entonces, se ha informado de que fue obligada a convertirse y a casarse con uno de los comandantes de Boko Haram, y que había dado a luz a su hijo.
«Han pasado casi cuatro años desde el secuestro de Leah. Qué experiencia tan traumática para esta adolescente. Pero estamos agradecidos a Dios porque sigue viva. La noticia de que está viva debe alentar nuestros corazones para mantener la esperanza de que un día Leah será liberada», dijo Para-Mallam, un destacado defensor de la paz de Jos, en el centro de Nigeria.
En marzo, los padres de Leah escribieron una carta abierta en la que pedían al presidente nigeriano que cumpliera su promesa de liberar a su hija.
Secuestros
«La proliferación de armas, la impunidad y la inacción del gobierno han permitido la expansión de Boko Haram y el aumento de la violencia en el noroeste de Nigeria, donde los ataques de los bandidos armados a las aldeas y las escuelas se están convirtiendo en algo endémico», señaló un informe de Puertas Abiertas sobre el país.
Más de 1.000 niños han sido sacados por la fuerza de sus escuelas en cinco estados del noroeste de Nigeria desde diciembre. Como resultado, más de 600 escuelas han sido cerradas por temor a nuevos ataques.
«Estamos angustiados y trastornados porque los secuestros continúan», dijo Para-Mallam. «Sólo Dios puede garantizar el futuro de Nigeria en estos momentos. Muchos están desanimados y se sienten desolados. Oremos para que Dios toque a nuestros líderes
políticos para que sean capaces de ver los retos que tenemos por delante».