Cuando Narendran* y Kavita* se asentaron por primera vez en su aldea, estaban emocionados de poder desarrollar su propio ministerio allí, junto a su recién nacido bebé de apenas un mes de edad.
Todo apuntaba a que ellos eran los únicos cristianos en este nuevo lugar, pero confiaban en que Dios iba a obrar a través de su trabajo y les iba a bendecir.
Lo que les ocurrió en su nuevo hogar les ha dejado con unas cicatrices permanentes, pero también les ha enseñado lo mucho que Dios les ama. Esta pequeña familia nunca podrá olvidar todo lo que tuvieron que sufrir, pero gracias a las promesas de Dios y a la ayuda de colaboradores de todas partes del mundo, Narendran y Kavita son la prueba viva de la esperanza que tenemos en Jesús.
Después de más de una década en esa aldea, Narendran y Kavita ya tienen más de 40 años, pero ambos siguen mostrando un gran gozo interior a través de sus pronunciadas sonrisas. Incluso cuando hablan de las partes más dolorosas de su pasado, se puede percibir que ambos tienen una fe extraordinaria.
«No podemos alabar a Dios libremente»
Narendran explica cómo sintió el llamado al ministerio. «Vengo de una larga tradición hindú, pero mi familia llegó a conocer a Dios después de ser liberada milagrosamente de una serie de problemas y enfermedades. Así fue como yo me comprometí para servir en el ministerio del Señor». Después de trabajar al lado de un pastor durante varios años, Narendran decidió establecer su propio ministerio. Así que se casó con Kavita y ambos iniciaron esta aventura en una aldea.
La pareja comenzó a edificar el reino de Dios en esta región de India: compartieron el evangelio y sembraron las semillas de la esperanza y el amor de Jesús en la aldea. «Dios hizo muchos milagros. Un enfermo de cáncer al que los médicos habían desahuciado fue curado a través de nuestras oraciones. Muchos indios empezaron a creer en Jesús y la iglesia no paraba de crecer».
Kavita recuerda lo difícil que fue al principio: «No teníamos ningún tipo de apoyo económico. Necesitábamos un lugar para reunirnos y celebrar el culto, así que vendí las joyas que me habían regalado mis padres. Con ese dinero compramos un terreno».
En esa parcela construyeron una estructura de bambú para celebrar el culto. Poco a poco iba llegando más gente, y la iglesia alcanzó los 40 miembros. Durante más de una década, esta comunidad local continuó creciendo y reflejando la bondad de Dios y de la esperanza que hay en Jesús.
Pero no todo el mundo en la aldea aprobaba la fe extraordinaria de Narendran y Kavita.
Según crecía su ministerio, Narendran sentía la necesidad de orar por protección para su familia y para la iglesia. «Incluso antes de que empezaran a pasar cosas, ya me estaba guiando el Espíritu para orar diciendo: ‘Señor, guárdanos de todo mal’. No entendía muy bien por qué, pero continué orando así. Ahora sé que esta oración tenía un propósito».
La persecución contra su iglesia local comenzó durante el culto de año nuevo. Mientras estaban reunidos varios cristianos, Narendran se dio cuenta de que llegaba un grupo de jóvenes de fuera que no solían venir. «Pensábamos que eran
personas que venían a unirse a nosotros. Pero después de un tiempo, simplemente se fueron».
No le dieron mayor importancia a este hecho hasta finalizar el culto. «Cuando terminamos, nos quedamos conmocionados al ver que todos los zapatos de los asistentes que habían dejado en la entrada (muchos creyentes indios entran al culto descalzos
porque consideran que la iglesia es tierra santa) estaban rajados a navajazos. No entendíamos qué podía haber pasado. Pero más tarde nos enteramos de que habían sido los desconocidos que habíamos visto antes, que se habían acercado y luego
se marcharon. No hicimos nada. Lo dejamos en manos de Dios. No queríamos tener problemas con nuestros vecinos de la aldea».
A partir de esta advertencia, la persecución empezó a volverse más explícita. Narendran recuerda una vez cuando estaba preparando la iglesia para un funeral. Mientras él y otros cuantos creyentes llevaban el ataúd al lugar de entierro, les salieron al paso unos jóvenes extremistas que les dijeron que no podían enterrar un cuerpo cristiano en el cementerio. Les
retuvieron dos horas antes de que, por fin, les dejaran continuar con el entierro.
Así lo recuerda Narendran: «Siempre habíamos realizado entierros en el cementerio local y nadie se había opuesto nunca. Pero esta vez, aquellos jóvenes nos hicieron frente y me tuvieron dos horas esperando. Solo querían fastidiarme».
Pero aún no había llegado lo peor.
A los pocos días del incidente en el cementerio, Narendran y Kavita estaban reunidos con un pequeño grupo de creyentes para celebrar una reunión de oración nocturna. Y esto fue lo que pasó, en palabras de Kavita: «Mientras orábamos, me di cuenta de que unos jóvenes estaban merodeando por la verja de entrada. Salí para ver qué pasaba. Inmediatamente, dos de los chavales me empezaron a insultar, y gritaron: ‘¿Por qué hacéis tanto ruido? No podéis orar así’».
«Les respondí que pronto terminaríamos. Acabamos de orar y nos marchamos del local, pero los jóvenes siguieron amenazándonos con palabras muy feas. Lanzaron insultos y amenazas a los asistentes al culto y empezaron a pegarle a mi marido. Todos los creyentes huyeron a su casa».
Se le ensombrece la cara a Narendran cuando recuerda lo que ocurrió a continuación. «Me dieron puñetazos en los ojos, me rasgaron la camisa y me dieron una paliza. Después empezaron a pegarle a mi mujer, y ella se desplomó, perdiendo el conocimiento». Cuando los agresores vieron que habían logrado interrumpir la reunión y herir a la pareja, se esfumaron.
Narendran sufrió un daño neurológico interno. Incluso ahora que cuenta aquel fatídico episodio, sigue padeciendo dolores. Sufrió lesiones por todo el cuerpo. Kavita ya había estado hospitalizada anteriormente por un problema de salud, así que cuando intentó defender a Narendran estaba de por sí bastante debilitada.
Cuando llegó la ambulancia para trasladarles al hospital, sus agresores pararon al conductor y al auxiliar y les dijeron que no mencionaran el ataque. Los extremistas incluso presionaron a los médicos del hospital, de modo que Narendran y Kavita no recibieron la atención médica y los tratamientos adecuados. No fue hasta que se presentaron otros pastores con un abogado que pudieron recibir el tratamiento médico necesario.
A causa de sus lesiones y el retraso en el tratamiento, Narendran y Kavita permanecieron hospitalizados durante una semana. Durante ese tiempo, los extremistas aprovecharon su ausencia. «La puerta de la iglesia había quedado sin cerrar y los atacantes destrozaron sillas, instrumentos y otros objetos que estaban en la iglesia», recuerda Narendran.
Mientras estaban Narendran y Kavita estaban en el hospital, Puertas Abiertas se enteró de lo que había ocurrido. Nuestros colaboradores fueron a visitarles, animarles y orar con ellos. Gracias a la ayuda recibida de todas partes del mundo, pudimos proveerles de alimentos, ya que no tenían ni para costearse las necesidades más básicas.
«Después del incidente, la mitad de los creyentes dejó de asistir a la iglesia, ya que los extremistas fueron a cada casa y les amenazaron con graves repercusiones si continuaban asistiendo a los cultos», nos explica Kavita. «Y los creyentes restantes
vienen a la iglesia con mucho miedo.
No quieren hablar con el pastor y se marchan rápido después del culto. Ya no podemos celebrar reuniones de oración nocturnas o alabar libremente al Señor. Ya no usamos instrumentos musicales, ni damos palmas, ni siquiera cantamos a voces. Ahora alabamos en susurros».
«Sin vosotros, el miedo ya nos habría dominado»
Antes de empezar la persecución, Narendran y Kavita dependían de las ofrendas de la iglesia para su sustento. Pero ahora, debido a que muchos de los cristianos ya no pueden asistir al culto, este matrimonio de pastores indios tiene problemas para sacar adelante a su familia.
Gracias a Dios, una vez más las oraciones y apoyos de gente como tú han ayudado a cubrir sus necesidades a largo plazo. Cuando los colaboradores de Puertas Abiertas se enteraron de la situación de la familia, compraron una máquina de coser con la que los pastores pudieron abrir un taller de costura y sastrería.
Para Narendran y Kavita, esto es un claro ejemplo de la provisión del Señor. Kavita explica: «Cuando Elías tenía miedo y se escondía, vino el ángel del Señor. Le dio alimento y le animó diciendo ‘levántate y come, porque largo camino te resta’. Del mismo modo, cuando estábamos preocupados y teníamos dificultades, los colaboradores de Puertas Abiertas nos apoyaron con oraciones y ayudas prácticas, y así es como hemos podido seguir con nuestro ministerio. Sin vosotros, el miedo ya nos habría dominado. Pero nos hemos dado cuenta de que no estamos solos. El pueblo de Dios está a nuestro lado en medio de los problemas, y nos ayuda con sus oraciones».
A pesar de los desafíos continuos, Narendran y Kavita están decididos a seguir confiando en el Señor y no permitirán que nada les disuada de su propósito. Siguen llevando a cabo su ministerio cristiano en su misma aldea, convencidos de que el Señor está con ellos y les guiará.
Las heridas por el ataque, tanto físicas como emocionales, no se han curado de la noche a la mañana; ambos siguen recuperándose. Pero el Dios que ha estado con ellos desde el principio es el mismo Dios que está con ellos ahora, y seguirán confiando en él.
«Nos sentíamos tristes y no entendíamos por qué nos habían pasado estas cosas», reconoce Kavita con los ojos llenos de lágrimas. «No podíamos olvidar el incidente y estuvimos traumatizados durante mucho tiempo. Pensábamos que ya no podíamos continuar con el ministerio, pero Dios nos ha fortalecido a través de su palabra,
que dice así: ‘No temas, porque yo estoy contigo’».
«Nos encontramos con ánimos, y sabemos que la persecución ayuda a fortalecer nuestra fe, y que Dios la usará para bendecir nuestro ministerio».
«La Biblia dice: ‘En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo’», exclama Narendran. «Sé que Dios nunca nos abandonará y que nada podrá separarnos de su amor. Cuánto más fueron oprimidos los israelitas, tanto más se multiplicaron y extendieron.
De forma similar, cuánto más persecución afrontamos, tanto más bendecirá el Señor nuestro ministerio. Nuestra esperanza para el futuro está en Él».
*Nombres ficticios e imágenes representativas utilizados por motivos de seguridad.