Noticias 20 junio 2023

5 lecciones de la Iglesia del África subsahariana

Las historias de nuestros hermanos africanos nos muestran una y otra vez qué significa sufrir por la fe y permanecer fiel a Dios en medio del dolor y el sufrimiento.

 

 

«Dios conoce mi dolor, no estoy sola», afirma Blessing, una creyente del estado de Kaduna (Nigeria) que perdió a su marido en marzo, en un ataque perpetrado por los militantes extremistas fulani.

Al igual que Blessing, numerosos cristianos subsaharianos conocen el sufrimiento de primera mano. Las historias de nuestros hermanos africanos nos muestran una y otra vez qué significa sufrir por la fe —y permanecer junto a Dios en medio del dolor y el sufrimiento. Jesús lo llamó «aflicción», y dijo que es algo a lo que nos tendríamos que enfrentar más tarde o más temprano.

«En el mundo tendréis aflicción…» (Juan 16:33).

Sabiendo que vamos a sufrir y que nuestra familia perseguida en África es un claro ejemplo de ello, ¿qué podemos aprender sobre el sufrimiento?

1. La oración tiene poder

Escuchamos una y otra vez cómo la oración ha sostenido a nuestros hermanos y hermanas africanos en el foso de los leones. Cinco años después de haber perdido a su marido en un ataque, Amina fue secuestrada por Boko Haram cuando volvía a casa de un funeral. Recuerda las palabras que oraba en el bosque de Sambisa, cuando sus secuestradores le repetían que la convertirían en una esclava.

«Siempre le decía a Dios: “Señor, no conozco al diablo. Te conozco a Ti. Así que toma el control. No te voy a preguntar por qué me has traído aquí, porque sé que tienes un propósito. Ayúdame a cumplirlo”».

La oración persistente, sincera y, a menudo, silenciosa de Amina le fortaleció hasta que fue liberada. Durante su cautiverio, oraba y se regocijaba: «Entré en el cuarto… Me arrodillé y oré hasta que fui liberada. Empecé a cantar una canción que dice “Vivo por Su gracia, por eso canto. Jehová me ha salvado”».

En medio de nuestro dolor, hablar con Dios nos trae consuelo, valor y otra perspectiva.

2. La Palabra de Dios nos ayuda a permanecer firmes

Las palabras de Jesús, los profetas y los apóstoles han sido un pilar, una fuente de consolación y esperanza para el pueblo de Dios durante más de 2000 años. Podemos ver cómo, en tantas ocasiones, los seguidores de Dios se aferran a Su Palabra en medio del sufrimiento.

Fati, una joven esposa y madre de Burkina Faso, ha confiado en la sabiduría y las promesas de la Biblia para soportar cinco violentos ataques de los extremistas. Ahora mismo, Fati y su familia son refugiados, han tenido que huir de su hogar. Han experimentado tanto dolor. Cuando quedamos con ella para que nos contara su historia, llevaba una camiseta con el versículo de Éxodo 18:11 «Ahora sé que el Señor es más grande que todos los dioses, por lo que hizo a quienes trataron a Israel con arrogancia».

Fati comparte lo importante que es la Palabra para ella como recordatorio de que Dios ha estado con ella y su familia en cada paso: «La Biblia dice que en este mundo pasaremos por pruebas. Pero Él abrirá un camino. Creemos en lo que está escrito en la Biblia. Nos da la vida. Fortalece nuestra fe y nos trae gozo. Cuando pienso que Dios nos ha abandonado, recuerdo Sus palabras en la Biblia. Nos dice que siempre estará con nosotros, pase lo que pase».

En medio del sufrimiento, nos aferramos a las promesas de Dios en Su Palabra.

3. El Espíritu Santo nos infunde constancia

La Palabra nos asegura y muestra que el Espíritu de Dios trae fortaleza y perseverancia para seguir adelante, incluso cuando no sabemos cómo caminar sobre el fuego.

No hace falta ir muy lejos para encontrar un ejemplo viviente de esa realidad. Nuestra hermana Gertrude, de la República Democrática del Congo, se aferra al Señor en medio de su dolor. En un mismo día, unos extremistas islámicos asesinaron a su marido y secuestraron a su hijo.

Gertrude afirma que, si no fuera por Dios, no habría sobrevivido. «Si me hubiera alejado de Dios, ya estaría muerta. Él me ha librado de tantos peligros», comparte. «Tengo la esperanza de que Dios está aquí. Tengo muchas preguntas, pero Él es bueno y me consuela. Me digo a mí misma que somos forasteros en esta tierra. Dios es el único que me da la fuerza para soportar este dolor».

Podemos contar con que el Espíritu Santo nos va a ayudar a soportar el dolor.

4. A veces, todos necesitamos ayuda

La Trinidad de Dios, Jesús y el Espíritu Santo nos muestra lo importante que son las relaciones para nuestro Creador. No nos diseñó para que viviéramos solos. A lo largo de las Escrituras, podemos ver cómo entreteje las vidas de las personas para traerles a alguien que permanezca con ellas y esté a su lado en los momentos de dolor. Cuando admitimos que necesitamos ayuda, Dios obra a través de la presencia de otros para transmitirnos su consuelo y su sanidad.

Al igual que tantos nigerianos traumatizados que han encontrado compasión y ayuda por medio del centro de atención postraumática de Puertas Abiertas, nuestra hermana Ijaneda llegó al centro destrozada. Con tan solo 14 años, Boko Haram la secuestró de su hogar y la casó a la fuerza con uno de sus soldados. Cuando tenía 16 años, dio a luz a un niño. Al quedarse embarazada por segunda vez, consiguió escapar, tras casi cuatro años de cautiverio.

Ijanada comparte cómo Dios usó a los trabajadores y terapeutas del centro de atención postraumática para ayudarla a superar el sufrimiento que había experimentado. «Aquí encontré una nueva vida», afirma. «Nos animaron y enseñaron sobre el verdadero perdón y cómo soltar las cosas… Aprendí cómo perdonar a aquellos que me habían herido y se habían burlado de mí, porque no saben lo que hacen. Si no hubiera dejado que otros me ayudaran, seguiría estando llena de amargura y rencor. No entendía la importancia del perdón, pero ahora sí, y he soltado todos esos sentimientos».

Pedir ayuda, compartir nuestro sufrimiento, puede cambiar nuestra vida.

5. Dios está con nosotros en el sufrimiento

Puede que esta verdad parezca obvia, pero míralo con perspectiva. El creador del universo —el Dios omnisciente, omnipotente y cuyo nombre está por encima de todo nombre— está contigo cuando sufres. Reflexiona sobre esto.

Con tan solo 33 años, el pastor Jean* ha visto y experimentado muchas más tragedias en la RDC que todas las que nosotros veremos en nuestra vida. Recuerda claramente cómo unos extremistas atacaron el pueblo donde era pastor, asesinando a 15 personas, seis de las cuales asistían a su iglesia.

Al igual que Blessing (mencionada al comienzo del artículo), el pastor Jean sabe que Dios le acompaña en su dolor. «La Biblia nos dice que no tengamos miedo, porque Dios está con nosotros», afirma. «Ese es mi consuelo. Suelo decir en mi iglesia que aun en medio de la persecución, nuestras lágrimas serán enjugadas. Permaneceremos firmes en nuestra fe en Cristo, así como lo hicieron nuestros hermanos que murieron a espada, fueron lanzados al fuego y al foso de los leones».

Saber que Dios nos acompaña en nuestro dolor nos trae esperanza para el futuro.

¡Gloria a Dios! Jesús concluyó su discurso sobre la aflicción inevitable con una inestimable esperanza (lee Juan 16:33):

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Jesús nos asegura que ya ha vencido la batalla. Pero también reconoce y nos anima respecto a los desafíos a los que nos enfrentamos hoy, por medio de su Palabra, su presencia y la fe de otros en nuestras vidas —incluso de nuestros hermanos y hermanas en África que tan lejos se encuentran. Nuestro salvador está con nosotros cuando sufrimos, tal como nos muestran nuestros hermanos y hermanas de Nigeria, Burkina Faso y la RDC.

 

147 €
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