«Los talibanes se llevaron a mi padre porque era cristiano. Terminaron matándolo. Meses después, mi hermano también desapareció y nunca volvimos a saber de él».
Son las palabras de Zabi*, una creyente afgana que tuvo que escapar de su país cuando los talibanes tomaron el poder.
Este año, el mundo ha puesto sus ojos sobre Afganistán y ha comprobado la vulnerabilidad de aquellos cristianos que comparten nuestra fe, pero no nuestra libertad. Algunos de ellos, como Zabi, son conscientes de que su esperanza pende de un hilo.
La persecución ha aumentado de forma alarmante en todo el mundo. Frente a esta realidad, tu oración y tu compromiso a largo plazo son vitales para garantizar la supervivencia de la iglesia.
Con tu apoyo muestras a cristianos como Zabi que, incluso en los lugares más peligrosos para seguir a Cristo, no están solos. Tú estás haciendo posible que continúen siendo sal y luz.
«Puede que tenga que esconderme toda la vida, o que me terminen deportando a Afganistán. Allí probablemente me matarían».
Zabi, creyente de Afganistán
Señor, te doy gracias por cada hijo tuyo que guarda la fe en como un tesoro. Te pido que la fe no les falte, especialmente en los momentos más difíciles, tanto a aquellos que huyen como a los que no pueden hacerlo. Te ruego que tú utilices a cada creyente como un mensajero de paz y de las Buenas Nuevas, y que incluso aquellos que aborrecen tu nombre puedan contemplar que el verdadero Dios está con los que son perseguidos. Amén.