Pocos días antes de su detención, la policía se reunió con el líder de la iglesia para exigirle a él y a sus miembros que abandonasen su fe cristiana y dejasen de reunirse debido al creciente número de casos de COVID-19 en el país. La iglesia recibió un documento de acuerdo y la obligación de firmarlo, pero el líder y sus miembros se negaron a hacerlo.
La víspera de la reunión, los miembros de la iglesia acordaron dividirse en dos para cumplir con las medidas sanitarias y de seguridad establecidas por el gobierno de Laos contra la propagación del virus. El domingo, sólo nueve acudieron a la reunión, incluido el niño. El contacto local de Puertas Abiertas dijo que todos los miembros de la hermandad llevaban mascarilla, tenían desinfectantes para las manos y observaban las directrices de distanciamiento social.
Un día después de su detención, sólo tres de los nueve fueron liberados: una madre y su bebé de seis meses, y un anciano. Los otros seis creyentes no fueron liberados hasta este fin de semana, después de que un líder de la iglesia registrada dialogara con las autoridades locales. El colaborador local de Puertas Abiertas ayudó al líder de la iglesia con algunos de sus gastos para hablar con las autoridades. El colaborador local de Puertas Abiertas, también proporcionó paquetes de alimentos a todos los creyentes detenidos.