Noticias 31 julio 2023

Esperanza en medio del horror

Amina fue una de las víctimas mortales de un atentado en un colegio del país africano este verano, pero su muerte no fue en vano.

 

 

El pasado 3 de julio, el ejército ugandés encontró el cadáver de Amina, de 16 años, en un bosque justo al otro lado de la frontera con la República Democrática del Congo (RDC). Parece ser que había sido abandonada allí por militantes islámicos que forman parte de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF). Esta joven fue una de las 37 personas asesinadas a principios de este verano cuando las fuerzas de las ADF asaltaron la Escuela Secundaria de Lhubiriha en Mpondwe, Uganda.

El ataque ha supuesto un gran impacto por su alta brutalidad. Además, es sólo un ejemplo más de los horrores que sufren nuestros hermanos de África subsahariana a manos de extremistas violentos.

Pero la historia de Amina no acaba con el horror y la brutalidad. Termina con una demostración a gran escala de la resistencia de la iglesia africana: termina con esperanza. 

Redención en mitad de la violencia sin sentido

En junio, justo después del atentado, los trabajadores de campo de Puertas Abiertas pudieron visitar a dos familias que habían perdido a seres queridos a causa de la violencia. La familia de Amina era una de ellas. 

Algunos miembros de la familia de Amina, mayoritariamente musulmana, no tenían mucha relación ella. Cuando Amina y su madre entregaron sus vidas a Cristo el año pasado, ambas fueron condenadas inmediatamente al ostracismo, incluso por el padre de la joven, musulmán acérrimo. 

Amina y su madre fueron acogidas por la iglesia después de que su familia las echara de casa. Su congregación se hizo cargo de ellas, con el apoyo de Puertas Abiertas. Aun así, siguieron enfrentándose a muchos problemas, como las amenazas de la familia y las dificultades para cubrir sus necesidades básicas. Amina necesitaba ir a la escuela y, con todas las limitaciones económicas, su madre tuvo que buscar el colegio más cercano con tasas escolares asequibles. 

Por esta razón, Amina se encontraba en la escuela secundaria de Lhubiriha la noche del ataque.

Durante una visita a la familia de la joven el pasado 18 de junio, nuestros trabajadores sobre el terreno visitaron una tumba vacía y fresca, aunque la familia seguía sin saber dónde estaba Amina. Sabían que había sido secuestrada o que era uno de los cadáveres que el gobierno estaba identificando mediante pruebas de ADN.

Finalmente, los soldados la encontraron.

Una vez identificado su cuerpo, se organizó un segundo funeral para Amina en la iglesia a la que solía acudir. Antes de este entierro, el pastor predicó sobre las buenas noticias de Jesús a los familiares de Amina y a las demás personas allí presentes, muchas de las cuales eran musulmanas. Damos a gracias a Dios porque la semilla del Evangelio dio fruto.

«Uno de los musulmanes presentes dijo que ver a sus compañeros musulmanes matar a estudiantes inocentes en nombre de Alá le había hecho cuestionarse su propia fe...», cuenta un miembro del equipo de Puertas Abiertas presente en el funeral. Este hombre acabó entregando su vida a Jesús.

No podemos dar más detalles sobre este nuevo hermano, pues ya ha recibido amenazas de muerte. Pero su fe es un testimonio del legado de Amina. «Me han dicho que no puedo estar en mi territorio y que me van a matar», dice. «Tengo miedo, pero confío en Jesús para que me guíe. Aunque me maten, estaré en el cielo con Amina».

Cuando ocurren sucesos como el asesinato de Amina, puede resultar tentador levantar las manos y preguntarnos dónde estaba Dios. Y, por supuesto, nunca sabremos desde aquí por qué Dios permite que nuestros hermanos sean masacrados. Lo único que sabemos es que a Él también le duele, y que camina a nuestro lado mientras lloramos.

Pero a veces, Dios nos da una visión de su obra redentora en el mundo, y de eso se trata. La muerte de Amina parece inútil, una víctima más en una región llena de mártires inocentes. Pero su muerte ayudó a encender la esperanza de Jesús en otro corazón. No murió en vano: su testimonio continuó después de su muerte, y Dios acogió en sus brazos a otro pecador.

Únete a nosotros para dar gracias a Dios por la vida y el testimonio de Amina. Y continúa orando con nosotros por nuestros hermanos en Uganda mientras continúan llorando por este horrible ataque.
 

147 €
Podrían pagar un año de escolarización básica a dos hijos de pastores asesinados por su fe.
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ORA

Da gracias a Dios por la paz que ha traido a la madre de Amina y ruega por su curación, consuelo y paz.
Ora para que Dios fortalezca a los creyentes de la región frente a la persecución.
Ora por todas las familias que han perdido hijos y seres queridos en este ataque.

UNA ORACIÓN POR UGANDA
 

Señor, te doy gracias porque, en medio del sufrimiento, tú traes paz a personas como la madre de Amina, a pesar de tanto sufrimiento. También porque permites que la muerte de Amina no sea en vano. Oro por otros que han perdido seres queridos, para que tu consuelo y paz esté con ellos y los reconforte en la dificultad. Amén.