Perder a un ser querido puede ser devastador para cualquier familia. Para Baldina y su esposo, fue un duro golpe. Uno de sus hijos murió en un ataque de Boko Haram, mientras que otro huyó por el miedo a los militantes islámicos. Baldina y su esposo están demasiado débiles para cultivar y valerse por sí mismos, pero la iglesia se ha convertido en un lugar de refugio para ellos.
En medio de tanta violencia, las iglesias del norte de Camerún son un faro de esperanza para gente que ha sufrido tanto. Cuando la gente ha perdido todo, la comunión con otros creyentes y la relación con Dios se convierten en sus anclas espirituales. Así sucedió en la vida de Baldina, una anciana que vive sola con su marido enfermo en una pequeña aldea de esta región. Baldina y su esposo tenían dos hijos, pero uno de ellos fue asesinado por Boko Haram, mientras que el otro huyó a una lejana ciudad por miedo a estos extremistas.
«Lo que me empujó a ir a la iglesia fue que no tenía paz en mi corazón; me dije a mi misma: “encontraré la paz”».
Baldina
La muerte de su hijo provocó en ella una gran ansiedad. «Se llamaba Kamadi Cheguede. Tenía 25 años cuando Boko Haram nos atacó y lo asesinó. Lo mataron. Era temprano en la mañana. Boko Haram atacó nuestra aldea mientras estábamos en casa. Mi hijo saltó el muro para escapar, pero ellos lo estaban esperando y lo mataron. Los demás en la casa sobrevivieron al ataque al quedarse escondidos».
Señor, te doy gracias por haber utilizado un suceso tan doloroso para fortalecer y renovar la fe de Baldina. Te pido que uses su testimonio para alcanzar a otros que se han alejado de ti. También te ruego que Baldina continúe creciendo en su relación contigo, que tu paz no la abandone y que cubras sus necesidades. Te pido también por ese hijo que escapó, para que Baldina y su esposo reciban noticias pronto de que está bien. Guárdalo y ayúdalo a sobrevivir, pero también a no alejarse de ti. Amén.
Antes de que Kamadi fuera asesinado, desempeñaba un papel importante en la familia. «Solía ayudarme con el trabajo agrícola. Él trillaba el mijo y molía los cacahuetes que cultivamos, luego me lo traía todo a casa. Me ayudaba a criar pollos y cortaba arbustos para mí. Era un buen hijo».
Durante la mayor parte de su vida Baldina se había considerado cristiana, pero tras aquel ataque inició el camino de vuelta a la iglesia, donde acude a encontrar sosiego. No puede olvidar a su hijo asesinado y también se preocupa por el hijo que sobrevivió al ataque y huyó. «Huyó a la ciudad sin decírmelo. Estamos muy preocupados; no podemos comer, no teníamos paz».
Cuando acude a la iglesia sus dolores son aliviados. «Fui a la iglesia a causa de mi corazón herido por haber pedido a mi hijo. Mi corazón estaba en confusión y entonces me dije a mí misma que allí, en la iglesia, encontraría la paz. Cuando escucho el mensaje y las canciones, me siento reconfortada. Doy gracias a Dios por todo. Él me está ayudando a ser fuerte», dice Baldina.
Baldina y su esposo fueron una de las más de 400 familias que recibieron ayudas de Puertas Abiertas a principios de 2021. «Después de que me dierais todas estas cosas, fui a mi hermana y le dije: “Mira lo que he recibido”. También le dije: “Me gusta mucho esta gente, me han ayudado mucho. Sin esta comida moriría de hambre. Que Dios les dé una larga vida”. Gracias. Estoy muy agradecida. He recibido arroz y mijo. Incluso ropa, una estera y sal, los tengo aquí. Muchas gracias».
«Vosotros me lo habéis dado y Dios me lo ha dado».
Durante los primeros siete meses de 2021, Puertas Abiertas distribuyó ayuda urgente a más de 3000 cristianos en Camerún. Con ello, podemos apoyar a los cristianos a hacer frente a la persecución y el sufrimiento.