A sus 33 años, el pastor Jean* ha visto y vivido más tragedias en la República Democrática del Congo (RDC) que la mayoría de nosotros en toda nuestra vida.
Recuerda vívidamente la noche del 30 de junio de 2021, en su pueblo de la provincia de Kivu del Norte: «Eran sobre las 5 o 6 de la tarde cuando entraron en la zona. Se limitaron a observar a la gente, en ese momento no atacaron. A eso de las 9 de la noche, después de comer, oramos, los niños se durmieron y los acompañamos a la cama. Hacia las once oímos el primer disparo, muy cerca de nuestra casa, y le dije a mi mujer que el enemigo nos estaba atacando».
El «enemigo» al que se refiere el pastor Jean es el grupo terrorista rebelde de las Fuerzas Democráticas Aliadas (FDA), que sigue atacando a las comunidades vulnerables de la República Democrática del Congo, donde los cristianos representan el 91,5 % de la población. Y el terror al que se enfrentó nuestro hermano es solo una pequeña parte de lo que muchos cristianos de la RDC afrontan cada día.
Desde 2014, los brutales ataques de las FDA en el este de la RDC no han hecho más que aumentar, tanto en frecuencia como en gravedad. En los últimos 13 meses, el grupo ha llevado a cabo una serie de ataques que han matado al menos a 370 civiles y secuestrado a cientos, entre ellos un número significativo de niños.
Los ataques de las FDA son selectivos y terriblemente violentos, a menudo descritos como «inhumanos». Hace tan solo unos días, un ataque de dos días contra unas aldeas del territorio de Beni, en la provincia de Kivu del Norte, resultó en la muerte de, al menos, ocho cristianos. A primera hora de la tarde del viernes 12 de mayo, militantes de las FDA sorprendieron a unos viajeros que venían de la ciudad de Kasindi-Lubiriha y mataron a tres cristianos. Además, quemaron coches y otros vehículos a plena luz del día.
Desde allí, los militantes se trasladaron a la aldea de Katongo, donde mataron a tres creyentes el sábado 13 de mayo, según declaró el pastor Bunvikane, de la iglesia 8e CEPAC. La tarde siguiente, las FDA prendieron fuego a un vehículo, una vez más, cerca de Kasindi-Lubiriha, atrapando al conductor y a su pasajero entre las llamas.
«Las FDA están matando al pueblo de Dios», dijo el pastor Bunvikane a nuestro colaborador de Puertas Abiertas, señalando que el conductor del coche incendiado era un miembro de la iglesia que había asistido al culto ese día. Los recientes actos de violencia han sumido a los cristianos en el miedo y han suspendido la circulación en la carretera de Kasindi a Beni, donde se produjeron los asesinatos.
Solo dos meses antes, en marzo, las FDA mataron al menos a 69 cristianos en la provincia de Kivu del Norte, entre los que se encontraban siete creyentes que trabajaban en granjas. Al día siguiente, el grupo atacó la aldea de Mukondi, asesinando a 40 cristianos, entre ellos 15 niños. El último ataque, el 11 de marzo, se cobró la vida de 22 creyentes en la aldea de Kirindera, donde los extremistas también quemaron una clínica y un hospital.
Y aunque las FDA son uno de los más de 120 grupos armados que aterrorizan las provincias orientales de la RDC desde hace casi 30 años, representan el único con objetivos explícitamente religiosos.
Las Fuerzas Democráticas Aliadas son un grupo terrorista rebelde con raíces ugandesas e islámicas, fundado en 1995 en la región oriental de la República Democrática del Congo. El grupo se formó para combatir y derrocar al Gobierno ugandés mediante un acuerdo entre algunas partes de la secta islámica ugandesa Tabliq y el Ejército Nacional para la Liberación de Uganda (NALU, por su nombre en inglés), un grupo que pretendía establecer mediante la violencia un estricto gobierno islámico en Uganda.
Desde 1995, las FDA han recibido el apoyo de diferentes grupos políticos para luchar por objetivos de diversa índole, incluidos varios gobiernos de la RDC que intentaron acabar con la presencia militar ugandesa y ruandesa en el país. Pero un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales señala que, tras la detención y extradición en 2015 del líder de las FDA, Jamil Mukulu, el grupo se alineó con el llamado grupo Estado Islámico, quien le reconoció como afiliado a finales de 2018. La lealtad al Estado Islámico se ha traducido en la multiplicación de los esfuerzos centrados en matar a civiles no musulmanes.
Poco después del ataque de marzo de 2023 en Kirindera, el reverendo local Gabriel* confirmó que la iglesia en el este de la RDC es uno de los objetivos del grupo terrorista: «Es cierto, los cristianos están sufriendo. Se han trasladado a zonas consideradas seguras, y la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, está en peligro. Allí donde van los cristianos, continúa el sufrimiento».
Los esfuerzos por reducir o erradicar la presencia y el impacto de las FDA han sido en su mayoría ineficaces. Su violenta insurgencia no muestra signos reales de debilitarse o detenerse. El informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales señala que la «probada adaptabilidad y resistencia de las FDA probablemente significarán una amenaza continua y potencialmente creciente para los civiles, las fuerzas de seguridad y las fuerzas de paz de la ONU. Además, un énfasis excesivo en los vínculos de las FDA con el Estado Islámico podría dar lugar a respuestas de defensa que intensificarían el conflicto actual en el este de la RDC».
Aunque cabría esperar que las iglesias de la región oriental se rindieran o que pocas de ellas se arriesgaran a reunirse, no está siendo así. Nuestros colaboradores locales nos siguen enviando historias y vídeos de cómo las iglesias y los cristianos de esta zona continúan siguiendo a Jesús, mostrando una valiente resistencia y una fe profunda.
Tan solo una semana después de que un ataque matara a 20 personas de su congregación, la iglesia CEPAC de Kasindi volvió a reunirse para cantar, bailar y alabar a Dios.
Señor, te ruego por tus hijos de la República Democrática del Congo. Que puedan experimentar tu pronto auxilio en medio de tanta dificultad. En especial, te pido por aquellos que han perdido a sus seres queridos. Tráeles consuelo y cambia su lamento en baile. Te pido por el fin de tanta violencia. Amén.