Los años han pasado, y el campo de refugiados de Mar Elia (dónde Daniel ofrecía refugio a las personas desplazadas) cerró en 2016. Ya no hay niños jugando alrededor, ni paquetes con comida esperando a ser repartidos. La guerra ha terminado, y todos han vuelto a sus hogares.
Daniel ha vuelto a ser lo que era antes, líder de iglesia.
Echando la vista atrás, Daniel se centra en lo positivo:
“Dios siempre estaba aquí. Siempre. A veces de manera literal. Recuerdo un hombre que apareció de repente y me entregó un gran sobre con dinero para que lo usara en las actividades de los niños. Era justo lo que necesitaba. ¡Habíamos estado orando tanto tiempo por ello!”
“Cuándo le pregunté por su nombre y si quería colaborar con nosotros en las actividades de los niños, me dijo: ´Mi nombre es Fadi, me verás en la iglesia todos los días´. Fadi, en árabe, significa -aquel que se sacrifica a si mismo-. Es el nombre que utilizamos para Jesús. Estoy convencido de que era el mismo Jesús el que me dio el dinero aquel día. Fue un momento muy especial. Aún puedo ver su cara cuándo cierro los ojos. Nunca más lo volvimos a ver”
Sorprendentemente esta no es la única historia que Daniel tiene, cada día ocurrían pequeños milagros como este. En medio de la tragedia, la desesperanza y la necesidad, la gracia de Dios se hacía efectiva y visible en este campo de refugiados.
Aún a pesar de que la guerra llegó a su fin, la situación de los cristianos de Iraq aún es difícil. Muchos están traumatizados por lo acontecido durante la guerra, y otros tantos están dispersos por todo el país. Muchos cristianos iraquíes, incluyendo a los líderes, han dejado el país. Además, la ideología del estado islámico sigue presente en muchos segmentos de la población, lo que puede provocar que las células terroristas vuelvan a actuar. Todo esto en un contexto de crisis económica, en la que los cristianos sufren de forma especial, debido a la discriminación laboral que sufren.
Gracias a tus donativos y tus oraciones, Puertas Abiertas ha podido fortalecer a la iglesia perseguida en Irak, Siria y Oriente Medio en general. Actualmente colaboramos con personas como Daniel para capacitar a más personas en liderazgo ministerial y ofrecer ayuda psicológica para las víctimas traumatizadas.
“Me gustaría dar las gracias a todos aquellos que nos ayudaron en los momentos difíciles. Sin tu apoyo a través de las oraciones y las donaciones, no habríamos podido hacer frente a la guerra. Gracias porque vuestro apoyo ha fortalecido a la iglesia de Irak. Jamás olvidaremos lo que habéis hecho por nosotros. Sin embargo, aún estamos en necesidad. Cómo parte del cuerpo de Cristo aún estamos sufriendo. Por favor, no nos olvidéis."