Reflexiones Siria | 09 octubre 2021

¡Es Cristo, es el Capitán!

¿Alguna vez te has sentido como en un barco que está a punto de naufragar por el ímpetu de las olas?

 

 

Un día, hubo alguien que hizo un viaje en un precioso trasatlántico. Durante los primeros días del viaje, el barco surcaba el mar con tranquilidad y gran calma, pero repentinamente se vio envuelto en una terrible tempestad. Las olas eran realmente grandes, casi como montañas, y el barco mientras intentaba subir por ellas, se estremecía y crujía como si fuese a romperse en mil pedazos de un momento a otro.

La realidad es que todos los pasajeros del barco se sentían desamparados y estaban ya pálidos de miedo, aún los niños se abrazaban a sus padres llorando. El ambiente allí era definitivamente, de destrucción y angustia. Pero cuando parecía que el barco había alcanzado ya su límite de resistencia, un hombre irrumpió en la escena.

Su sola presencia trasmitía calma, serenidad y paz.

Con una voz llena de confianza y dulzura les dijo que todo iba bien. Y de repente, como por arte de magia, el temor de todos los pasajeros se disipó, pero ¿Quién era ese hombre? ¡Era el capitán! Ya había conducido aquel barco durante innumerables tormentas y horribles tempestades. Siempre había llegado a buen puerto. Siempre había salido victorioso de las dificultades y puesto a salvo a las personas con las que viajaba.

Nuestros hermanos perseguidos saben bien qué se siente al ver sus circunstancias envueltas en estas tormentas, pero también han visto aparecer al capitán de sus vidas y su fe intervenir en ellas: Nazek, de 67 años, de Irbin (Siria) sabe lo que es perder su casa, su trabajo, sus ingresos y tener que huir a otro lugar. Y aunque estos son los ingredientes para que alguien pierda la esperanza o la fe, Cristo el Capitán apareció en medio de su tormenta para proteger su corazón y decirle que todo iba a estar bien.

Nazek nos cuenta cómo reaccionó ante esta terrible situación: «Tenía que ser fuerte. Amo a la gente y tenía que apoyarlos. Solía consolarlos y decirles: “Vamos a superar esto, no temáis, Dios no nos dejará”».

Finalmente, tras seis años de ocupación rebelde, Nazek volvió a su ciudad y encontró un local para alquilar donde en mayo de 2020 abrió la tienda de alquiler de vestidos para mujeres que regenta hasta hoy.

 ¿Qué pues tenemos que temer? ¿No está nuestro Dios a bordo de nuestro barco y con una sola palabra puede calmar el viento y el mar?

Recordemos siempre la dulce voz del capitán de nuestro barco que nos dice en medio de la tempestad:

«Yo soy, no temáis»

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