En medio de toda la violencia, destrucción y peligro, el cuerpo de Cristo en Yemen está todavía vibrando de vida. La continua guerra civil entre las diferentes facciones islámicas causa que los musulmanes cuestionen su fe más abiertamente, creando oportunidades para que el Evangelio eche raíces. Pero no es fácil. Escuchen a Yasser y Sameer sobre sus disputas religiosas a través de un batido.
Esta es la forma favorita de los hombres para pasar el rato con amigos hoy en día en Sanaa, la otrora vibrante pero ahora muy afectada capital yemení, cuyos habitantes van al bar a tomar batidos. Especialmente en las áreas tranquilas de la histórica ciudad, la vida podría vivir sin tensión incluso por un par de horas, hasta que otra bomba estalle.
Tenéis que conocer a Yasser y Sameer, dos hombres en sus tempranos treinta. Por motivos de seguridad, la historia contada aquí está compuesta de diferentes historias de la vida real, pero algunos detalles han sido cambiados. Ambos fueron criados como musulmanes, como casi todas las personas en Yemen. En este país, las iglesias están estrictamente prohibidas. Aun así, Yasser conoció a Cristo hace algunos años y lo ha seguido desde entonces, junto a un pequeño grupo de creyentes locales con quienes se reúne en secreto. Solo sus amistades cercanas saben de sus verdaderas creencias, el resto piensa que es un musulmán normal. En los últimos meses, Yasser ha tenido más y más oportunidades de compartir su fe con otros, más que nada porque la gente le pregunta.
“Matar a los judíos y cristianos”
Mientras caminaban hacia el bar de batidos, Yasser y Sameer notaron un póster descolorido en la pared de una casa desierta, un llamado en árabe para matar judíos y cristianos. Carteles así son muy comunes. Casi todos los yemeníes no tienen otra cosa que hacer que albergar un odio instintivo hacia los no musulmanes. Para muchos religiosos, líderes y profesores en el país, la intolerancia con respecto a los cristianos es una parte integral de su enseñanza.
Aun así, a día de hoy un póster con una llamada islámica a la violencia es motivo de discusión entre los dos hombres:
- ¿son los judíos y cristianos realmente nuestros enemigos? -preguntó Sameer-, pareciera como si nosotros los musulmanes fuéramos, por mucho, más peligrosos.
Se refiere a la guerra civil que hay en su país, donde varias facciones islámicas, la mayoría de ellas apoyadas desde el extranjero, pelean con fuerza, dejando a la población civil en medio del conflicto.
Sameer continuó:
- ¿Por qué hay tanto odio? ¿Acaso el Corán no nos nombra a todos, judíos, cristianos y musulmanes, hijos de Abraham? Estoy harto de la violencia. Me empiezo a preguntar si es la completa verdad lo que nos han estado enseñando sobre Dios.
Cuestionando las enseñanzas del Corán
Los hombres han llegado al bar de batidos y continúan su conversación con un batido de mango. Hace 2 años nadie se atrevía a cuestionar las enseñanzas del Corán en público, pero actualmente a nadie parece importarle que 2 hombres muestren sus dudas y preocupaciones. Yasser pregunta:
- ¿has leído la Biblia, el libro de los cristianos? Se supone que es un libro sobre amor y piedad.
Sameer se encoge de hombros:
- ¿es el mismo tipo de amor del que nuestros líderes hablan? Si es así, entonces puedo prescindir de ella, sus palabras sólo incitan a la violencia, el odio y el miedo.
Yasser insiste:
- En el Corán, Mohammed dice claramente que los musulmanes también deben leer otros libros sagrados: La Torá y la Biblia. ¿Por qué no lo haces? ¿estás dispuesto a descubrir más sobre la piedad de Dios, según lo que dicen los libros santos?
Crecimiento abierto
Conversaciones como éstas son diarias en Yemen. Hoy día, la historia de estos amigos ilustra el crecimiento abierto entre los yemenís a cuestionar la dureza islámica con la que crecieron. Ellos no terminarán convirtiéndose automáticamente en cristianos, aunque… hay tantos musulmanes decepcionados de su fe que simplemente se rinden y dejan de creer, pero también dejan de buscar más. Quedan estancados en su desilusión sobre el Islam, en vez de buscar la verdad.
El hecho de que han aprendido toda su vida a ser cautelosos con los cristianos, les impide abrirse al Evangelio. Algunos musulmanes de Yemen incluso tienen sueños repetitivos de Jesús revelándose a ellos y llamándolos para que lo sigan, sin llegar a relacionarlo con el cristianismo o el Dios de la Biblia.