Blog #Perseguidos 29 abril 2020

Los cristianos perseguidos impactan a sus comunidades a través de la obediencia y el amor.

Jesús, en la Biblia, nos enseña que el amor debe ser la característica que nos defina: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35)

 

 

Esto, que podría haberse pasado por alto como una enseñanza más, se hizo efectivo y real cuando Jesús sacrificó su vida en la cruz por todos nosotros. Tal fue el amor de Dios por la humanidad que envío a su único a hijo a morir en la cruz para redimirnos. Sin embargo, podemos verlo desde otra perspectiva también:

De tal manera amaba Jesús al Padre, que decidió seguir su plan hasta el final, aunque le costara la vida.

Mediante este ejemplo vemos una cosa clara: No podemos separar el amor de la obediencia.

El COVID-19 está teniendo un efecto global, pocos son los países que se han librado de sus efectos y escasos los colectivos que no están sufriendo las consecuencias de esta terrible pandemia. Sin embargo, son aquellos que ya se encontraban en una situación de vulnerabilidad los que se llevan la peor parte. Muchos cristianos perseguidos, debido a su fe, ya se encontraban en una situación de aislamiento, de soledad, de pobreza y de necesidad en general. El COVID-19, en multitud de estos casos, no ha hecho más sino agravar la situación.

A pesar de todo, estos cristianos ya saben por experiencia que Dios no les desampara. También saben que el amor y la esperanza que han recibido no es un regalo que puedan quedarse. Debe ser compartido con todo el mundo.

Algunas comunidades de cristianos que sufrían persecución antes del contagio masivo del COVID-19, ahora están marcando un impacto en su entorno más inmediato. Muchos podrían haber decidido no ayudar a sus familias o a sus vecinos, ya que en multitud de ocasiones estos son los principales agentes de la persecución. Sin embargo, estas personas han decidido obedecer a Dios, ir más allá de la justicia humana y amar como Dios nos ama: Sin condición.

En Asia Central, por ejemplo, los cristianos de Kazajistán, Uzbekistán y Kirguistán fabrican mascarillas y reparten alimentos para la gente más necesitada del país. En estos países la mayoría de la población es musulmana, por lo que opresión islámica es la principal causa de la persecución de los cristianos del país, a pesar de todo esto no parece ser un impedimento para que la Iglesia de Asia Central ayude sus comunidades.

En Indonesia, Naomi nos enseña que solo se necesita una sola persona llena del amor de Dios para marcar la diferencia. Cuando ella y su marido, líderes de una iglesia, se encontraron que no podían seguir llevando a cabo su trabajo debido al confinamiento, decidieron que al menos dedicarían su tiempo a ayudar a los más necesitados Naomi recordó que había participado en un taller de costura llevado a cabo por Puertas Abiertas en su país y que le habían regalado una máquina de coser. Esta cristiana de Indonesia comenzó a producir mascarillas para repartir de forma gratuita a la gente de su entorno sus vecinos y las personas que asistían a la Iglesia. Ella sentía que Dios la estaba llamando a amar a otras personas de forma práctica y decidió obedecer. Gracias al Señor ella incluso llegó a un acuerdo con una tienda local para vender algunas de sus mascarillas y así sacar lo necesario para mantenerse económicamente durante el tiempo de confinamiento.

En estos tiempos de crisis, la esperanza y el amor de Dios son más necesarios que nunca. El Señor nos está llamando a amar a nuestro prójimo de forma práctica, de nosotros depende obedecerle o no.

Como siempre la Iglesia Perseguida es un ejemplo para nosotros, y tanto los hermanos de Asia Central como Naomi de Indonesia (junto a muchos otros), nos marcan una dirección clara a seguir. Dediquemos un tiempo para pensar como podemos ayudar a personas de nuestra comunidad durante la crisis del COVID-19. ¿Cómo podemos transmitir ese amor del Señor de una forma práctica?

No nos olvidemos tampoco de la Iglesia Perseguida, para que ellos puedan seguir compartiendo el amor de Cristo allá donde están, deben tener nuestro apoyo incondicional. Para ellos el amor que reciben por nuestra parte de forma práctica, ya sea a través de las oraciones, de palabras de ánimo, de nuestras donaciones o nuestro tiempo, es una demostración clara del amor de Dios por ellos. En estos tiempos de dificultad ora con ellos al igual que ellos hacen con nosotros.

Unámonos para que el amor de Dios sobrepase el odio, el miedo, la enfermedad y la muerte. No es una tarea fácil pero el Señor nos promete que si le seguimos y le amamos Él no nos abandonará:

"El que me ama, obedecerá mis enseñanzas. Mi Padre lo amará, vendré a él y viviremos con él"

Juan 14:23